Un hallazgo que reescribe la historia de la construcción antigua
Un descubrimiento significativo en el yacimiento costero de Tell el-Burak, ubicado al sur del Líbano, ha desafiado una de las narrativas más firmemente establecidas sobre la evolución de la ingeniería antigua. Durante mucho tiempo, se ha creído que la invención y el uso sistemático del mortero hidráulico —un material capaz de fraguarse y mantener su solidez aún en contacto con el agua— era un aporte exclusivo de la ingeniería romana. Sin embargo, un estudio arqueométrico reciente demuestra que los fenicios habían estado utilizando esta tecnología de manera eficaz entre finales del siglo VIII y comienzos del VI a.C.
La investigación, publicada en Scientific Reports en 2025, revela que el mortero hidráulico fenicio representaba un nivel de conocimiento técnico avanzado. Su aplicación estaba enmarcada dentro de una estrategia productiva centralizada, orientada a respaldar actividades agrícolas de alto valor, como la producción de vino.
Situado a aproximadamente nueve kilómetros al sur de Sidón, el yacimiento de Tell el-Burak estuvo habitado de manera intermitente desde el Bronce medio hasta la época otomana. Su fase más destacada se sitúa entre los años 725 y 350 a.C., un extenso periodo durante el cual funcionó como un centro de procesamiento agrícola, probablemente bajo el dominio de Sidón. Durante las excavaciones, se localizaron tres instalaciones revestidas de yeso o mortero, todas datadas en el rango de finales del siglo VIII a VI a.C. La más impresionante de estas estructuras es un gran lagar de vino, que presenta un amplio espacio para pisar la uva y un recipiente semicircular con capacidad para 4.500 litros de mosto.
El mortero hidráulico: una innovación crucial
El mortero hidráulico se distingue del mortero de cal aérea en su capacidad de endurecerse incluso en ambientes húmedos o subacuáticos. Esta hazaña se logra al mezclar cal con materiales ricos en sílice y alúmina, conocidos como materiales puzolánicos. En el caso de Tell el-Burak, los investigadores confirmaron que los fenicios añadían fragmentos cerámicos triturados al mortero, aumentando su dureza y otorgándole propiedades hidráulicas e impermeabilizantes. Este método, similar al opus signinum romano, es un ejemplo pionero de una técnica hidráulica evidente en las construcciones antiguas.
Los investigadores aplicaron un enfoque interdisciplinario que incluyó técnicas avanzadas de análisis, como microscopía óptica y espectroscopía. Estos estudios confirmaron que el aglutinante se derivaba de la calcinación de calizas locales y que los fragmentos cerámicos utilizados en la mezcla provenían posiblemente de los desechos de producción de ánforas cercanas.
Una de las conclusiones más notables es que la producción de este mortero hidráulico no era accidental, sino una elección deliberada. En lugar de utilizar materiales habituales, como conchas trituradas, los fenicios optaron por cerámica, lo que sugiere una red logística y un control centralizado de recursos, muy probablemente gestionados por las élites sidonias. Este uso consciente de residuos cerámicos no solo mejoró el mortero, sino que también representa un temprano ejemplo de reciclaje productivo.
Innovación y producción vinícola
La conexión entre el mortero hidráulico y la producción de vino es central para este hallazgo. La resistencia y la durabilidad del material lo hacían perfecto para su uso en lagares y depósitos de fermentación, donde otros tipos de revestimiento serían incapaces de soportar la exposición prolongada a líquidos.
Un análisis químico de las muestras recogidas mostró la presencia de azufre en el enlucido del lagar, lo que sugiere su uso como conservante o antifúngico durante la producción del vino. Esto refuerza la idea de que la innovación tecnológica en este contexto estaba orientada a maximizar la calidad y el volumen de producción vinícola, un componente vital en las redes comerciales fenicias.
Un legado de transferencia cultural y sostenibilidad
El estudio plantea que los fenicios pudieron ser actores clave en la difusión de la técnica del mortero hidráulico hacia el Mediterráneo occidental, mucho antes de que los romanos lo consolidaran como standard. Esta transferencia de tecnología se inserta en un patrón más amplio de flujo de conocimiento entre las distintas culturas de la región durante la Edad del Hierro.
El descubrimiento de que los fenicios de Tell el-Burak ya fabricaban mortero hidráulico contraviene no solo la cronología habitual de esta tecnología, sino que pone de relieve una economía agrícola y comercial altamente organizada. Este hallazgo subraya el papel de los fenicios como agentes de transferencia tecnológica en toda la región, y ofrece un ejemplo temprano de producción sostenible a través del reciclaje de materiales.
La historia de la ingeniería antigua está llena de sorpresas, y Tell el-Burak es un testimonio claro de que el conocimiento y la visión estratégica existían mucho antes de la Roma clásica.
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