Estos días deberían ser felices para Fernando Colomo, pero no acaban de desarrollarse como él quisiera. El cineasta, que cumplió 75 años en febrero y que sigue tan activo como en sus inicios, hace más de cuatro décadas, no se queja. Es más, habla por teléfono con su buen humor habitual. Pero ciertos problemas de salud no le permiten disfrutar de encadenar un rodaje con otro (”Algo que me parecía muy sugerente hace unos meses”, confiesa), y siente que de vez en cuando le gustaría hacer otro tipo de películas, al estilo de La línea del cielo (1983) o Isla bonita (2015), un regusto que resume con una frase lapidaria: “Es más fácil levantar una película industrial de dos millones de euros que una de autor que cueste 70.000. Yo, al menos, no lo logro”. Y ya no le quedan recursos económicos: su larga carrera como productor acabó con la venta de sus dos casas, en su Madrid natal y en el Cabo de Gata, en Almería. “La mayoría de los productores [él lo fue] acaba arruinándose. Ahora vivo alquilado, y en un sitio precioso. Pero tuve que prescindir del 80% de mis libros”.
Más información
Al analizar su carrera, el director no se anda con reparos: “En mi filmografía hay dos islas: La línea del cielo e Isla bonita, y curiosamente ambas se desarrollan en ínsulas, en Manhattan y Menorca. Ambas las hice sin guion, en absoluta libertad, y con un equipo de, contándome a mí, no más de cinco o seis. Son las películas con las que me siento más identificado, y me encantaría hacer más cine así, de poco presupuesto. Pero para mí, es más fácil rodar una película industrial de dos millones de euros que una de 70.000. No lo logro”. Esos 70.000 que costó Isla bonita los sacó de Coca-cola (40.000) y Explosivos Río Tinto (30.000). Y aunque entiende que en España el medio va marcado por el imperio “de las televisiones”, asegura que no es solo un problema patrio: “Ocurre en todo el mundo. Porque a los productores no les interesan películas baratas. Eso puede que solo nos interese a los directores, a los creadores. A los del dinero, no. Esos quieren que se vea el presupuesto en pantalla. Si yo lograra que me produjeran filmes por menos de un millón… estaría en mi onda”. Y ahí enlaza con su estreno del próximo viernes, Poliamor para principiantes: “La historia la propuse yo, así que he contado con bastante libertad, y he incluido detalles personales aunque no se noten mucho”.
Esa dificultad para crear proyectos arriesgados señala otra parte de la carrera de Colomo: durante un tiempo, junto a Beatriz de la Gándara, fue productor para otros cineastas. “Como decía José Luis Borau, ser productor es como jugar a la ruleta contra la banca”, recuerda. “Ganas una vez, lo mismo otra más, pero al final palmas. Es complicado tener una carrera de ingresos homogéneos, y además en mi caso era productor independiente, no me apoyaba un grupo económico. Todo se basaba en que la película funcionara. En el momento en que pinchas con una, te quedas tocado, y cuando pinchas dos veces, te hundes”. Y eso le pasó al director de títulos como Tigres de papel, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?, La vida alegre, Bajarse al moro, Alegre ma non troppo o Al sur de Granada.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.