Si hay una palabra clave para referirse a Fitur este año, esa es recuperación. Un mantra que aparece en todos los papeles y está en boca de todos: la recuperación del turismo es, sin duda, el objetivo. Pero no todos entienden igual la idea. Para centrarnos en la propia feria y en el ámbito europeo, hay países que dan el paso valiente de estar presentes en el recinto ferial madrileño. Aun con todas las cortapisas, requisitos e inconvenientes que, por la covid (y por supuesto con la mejor intención), son exigidos a todo profesional del turismo que se acerque a Ifema. Otros países no acuden, simplemente.
Parece por tanto razonable que, al hacer un repaso de cuáles son los horizontes del turismo europeo en este Fitur, comencemos por los países que sí van a plantar su estand y a vivir la feria desde primera línea. Por ejemplo, Portugal. No ha faltado a ninguna de las 41 ediciones de estos encuentros. Y varias veces se ha alzado con un premio al brillo y generosidad de su apuesta. Este año levanta uno de los puestos más amplios, con 40 empresas de todas las regiones, incluidas Madeira y Azores, islas recientemente destacadas como destinos preferentes, y una especial atención al Alentejo. Con el sello Clean&Safe para acoger a visitantes —más de cinco millones de españoles en 2019—, su objetivo declarado es cuidar el planeta con un turismo más sostenible y consciente: para ello lanzan la campaña #CantSkipTomorrow (no podemos perder el mañana).
Otro país que levanta estand es Polonia. Además de sus ciudades estrella, Cracovia y Varsovia, presentan este año Wroclaw y la región de Baja Silesia, y, sobre todo, la ciudad de Lublin, menos conocida en España y paradigma de un turismo slow en la Pequeña Polonia, una región histórica que cuenta con la ruta del Vístula, balnearios, el parque nacional de Roztocze o ciudades con encanto, como Kazimierz Dolny.
También estará Israel, aventajado en cuestión de vacunas y que se apresta a celebrar este verano en Tel Aviv una Gay Pride presencial. Su oferta estrella es el desierto del Néguev y la “capital” del mar Rojo, Eilat, un emporio hotelero y balneario muy accesible gracias a los buenos enlaces aéreos con España; algo que también facilita el citybreak (escapada urbana de corta duración) a Tel Aviv o Jerusalén.
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