Las madres trabajadoras enfrentan una realidad marcada por la desigualdad. En hogares donde ambos padres laboran, las responsabilidades del hogar recaen desproporcionadamente sobre las mujeres, quienes dedican aproximadamente 43 horas semanales a tareas domésticas. En contraste, los hombres se involucran alrededor de 17 horas, lo que evidencia una clara división de roles en el ámbito familiar.
Estadísticas alarmantes muestran que en un 80% de los casos en que un padre deja su empleo para cuidar a los hijos, son las mujeres las que abandonan sus puestos laborales. Esta situación plantea un dilema: las mujeres a menudo deben elegir entre ser madres presentes o profesionales dedicadas. Esta dicotomía social ha contribuido a que el 58% de las trabajadoras en México se encuentren en el sector informal, ya que enfrentan limitaciones como horarios inflexibles y escasez de redes de apoyo.
Un fenómeno llamado "Piso Pegajoso" también se observa, donde las mujeres tienden a permanecer en ocupaciones que, aunque menos remuneradas, son socialmente aceptadas como adecuadas para ellas, como el cuidado de la salud y la crianza.
Para abordar estos desafíos, es imperativo un cambio en la mentalidad de las organizaciones. Se requieren políticas que consideren las necesidades específicas de las trabajadoras. Entre las propuestas destacadas por expertas en el tema se encuentran:
- Flexibilidad Laboral: Permitir horarios que favorezcan la presencia de las madres en momentos clave, como inicios y finales de cursos escolares.
- Redes de Apoyo: Crear espacios dentro de las empresas donde las madres puedan dejar a sus hijos durante días de asueto escolar o en emergencias.
- Corresponsabilidad: Promover la participación equitativa de ambos padres en el cuidado de los hijos y las tareas del hogar.
- Acompañamiento Financiero: Implementar políticas, como licencias familiares, que permitan a ambos padres tener la oportunidad de cuidar de su hogar de manera conjunta.
- Salud Mental: Con un alto porcentaje de mujeres trabajadoras diagnosticadas con estrés crónico, es vital que las organizaciones ofrezcan recursos que apoyen su bienestar mental.
Por último, es esencial que las empresas reconozcan y valoren a sus trabajadores como individuos. Escuchar sus necesidades y responder adecuadamente puede marcar una diferencia significativa en el entorno laboral y, por ende, en la calidad de vida de las mujeres trabajadoras.
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