#Rusia #Guerra | Mensajes y letreros con un lema “Por el presidente, por el ejército, por Rusia”. En las calles hay carteles con los rostros de los militares que combaten contra Ucrania con un “¡Gloria a los héroes de Rusia!” y, junto al centro comercial de Semiónovskaya, una pantalla gigante intercala los últimos titulares de las agencias de noticias del Kremlin con la Z que identifica al ejército. “No dejamos tirados a los nuestros”, aparece escrito en aquel rectángulo gigante con la bandera nacional, y justo enfrente un anuncio de reclutamiento llama a alistarse.
El cambio ha sido gradual en el último año:
Intentar mantener aparte a la población a que la guerra lo impregne todo. Depresión, resignación y deber son las tres formas más habituales de afrontarlo. Aunque una gran parte de los rusos pondrían fin mañana a su ofensiva, muchos se reafirman en que por encima de todo deben ser fieles a su patria. Cualquier otra cosa, escuchan una y otra vez, sería traición o cobardía.
Mientras el resto del mundo celebraba el Año Nuevo con mensajes de ilusión, el presidente, Vladímir Putin, hizo su discurso en un lóbrego escenario rodeado de militares para insistir a los rusos en que están en guerra contra Occidente y exigirles lealtad. “Ha sido un año que ha separado claramente el coraje y el heroísmo de la traición y la cobardía. Que ha demostrado que no hay poder superior al amor por la familia y los amigos, la lealtad a los compañeros y la devoción por la patria”, subrayó al inicio de su mensaje navideño.
Dos semanas después, el Consejo Presidencial para los Derechos Humanos propuso reformar el artículo 275 del Código Penal, sobre la alta traición, para añadir el concepto “traición en cualquier forma”. Según el organismo, esto facilitaría castigar a los cientos de miles de rusos que han huido del país o que no desean una victoria de su patria. El presidente de la Duma Estatal, Viacheslav Volodin, y el vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, han pedido públicamente que les sea retirada la nacionalidad y se les confisque sus bienes por ser “enemigos del Estado”.
Un país lleno de crisis nerviosas
Rusia es Putin, pero Putin no es Rusia. El fuerte sentido de comunidad de sus ciudadanos y el aparato represor, cada vez más uniformador, provocan enormes contradicciones entre los rusos, y esto ha dejado al país sumido en una crisis nerviosa. La venta de antidepresivos se ha disparado (un 48% interanual entre enero y septiembre, según el sector, aunque tras la movilización parece incluso peor) y muchas familias se han roto por la política.
El futuro de Rusia
Ahora con las elecciones presidenciales de EE.UU y Rusia de 2024 de fondo. Preguntado si una derrota podría hacer germinar en Rusia un resentimiento parecido al de los imperios que perdieron la I Guerra Mundial, Barbashin se muestra optimista. “A menos que Rusia acabe con una versión del Tratado de Versalles, cualquier futuro Gobierno se centrará en suavizar sus sanciones y normalizar las relaciones con Occidente. Es difícil imaginar que Rusia sea abandonada después de esta guerra como lo fue Alemania en la década de 1920″, apunta Barbashin. La cuestión clave es si el putinismo perdurará a su ofensiva.
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