Ecuador veía en las noticias, hace 13 años, que un contingente de al menos 12 uniformados irrumpía en la casa de Guadalupe Llori y se la llevaba detenida. En la foto de esa escena, que aún hoy perdura, aparece ella, una política de la provincia de Orellana de 45 años, algo despeinada, con aros en las orejas, unos pantalones vaqueros, camiseta blanca con motivos indígenas y una chaqueta de cuero. Caminaba esposada, escoltada por policías y militares con casco y ametralladora. El 8 de diciembre de ese 2007, tras meses de protestas contra la política petrolera de Rafael Correa, entró en prisión acusada de sabotaje y terrorismo. Hoy, Guadalupe Llori es la presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, la primera mujer amazónica en ostentar el segundo poder del Estado.
Llori se hizo con el segundo poder del Estado en un giro inesperado de las alianzas políticas. Su partido, Pachakutik, es el segundo con más asientos en la Asamblea, pero el bloque de UNES, que representa al correísmo, es el más numeroso con 49 de 137 escaños. Los asambleístas oficialistas de CREO son apenas la quinta fuerza en el hemiciclo, con 12 miembros. En un afán de dejar a UNES fuera de la presidencia legislativa y de los principales puestos en las comisiones, la mayoría de las bancadas, salvo UNES y el Partido Social Cristiano, se aliaron para poner al frente a la líder indígena.
Este 15 de mayo, con 58 años y un solemne traje negro de dos piezas, zapatos blancos y un collar también indígena, recibió el cargo de manos de Pierina Correa, la hermana del expresidente que ejercía de presidenta provisional en la sesión inaugural de la Legislatura. Llori fue elegida por 71 votos a favor, con el apoyo de la bancada oficialista de CREO, pese a estar en las antípodas en términos de ideología. Nueve días después, en el acto de investidura de Guilermo Lasso como nuevo presidente ecuatoriano, la escolta legislativa, vestida de gala, la acompañaba con honores mientras caminaba por una alfombra roja. “Después de una década, se respira libertad y democracia en un cambio de mando en el que la Asamblea Nacional y el Ejecutivo no estarán liderados por personas de una misma línea política”, pronunció Llori en el discurso que abrió el evento.
“Dejemos atrás esa idea de las mayorías o minorías y luchemos por los grandes consensos”, afirmó Llori en el mismo tono. “La palabra izquierda no es mala, ni la palabra derecha, ni la palabra ideología. El peligro está en las palabras nefastas y actitudes perversas, en la corrupción, en la impunidad, en el autoritarismo, la explotación, la discriminación y la xenofobia. Peligrosa es la palabra dogmatismo que no busca convencer, sino colonizar y someter al que piensa diferente”, recalcó la presidenta de la Asamblea, que estuvo 11 meses en prisión y denunció maltratos mientras estaba en la cárcel.
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