En México, el apellido Fonda no es muy conocido. Pero en Estados Unidos, el apellido es sinónimo de Henry Fonda, un hombre que abarcó el teatro, el cine y la televisión, y dejó su huella en la historia del espectáculo estadounidense. Con una filmografía que incluye películas como “12 Angry Men” y “On Golden Pond”, Fonda es un ícono de la pantalla grande. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que Henry Fonda también hizo incursiones en la política?
En 1968, cuando la política se estaba volviendo cada vez más polarizada, algunos estadounidenses vieron en Fonda la oportunidad de tener un líder que uniera al país. Según un artículo recientemente descubierto en un archivo perdido del Washington Post, estaba circulando una petición para postular a Henry Fonda como presidente de los Estados Unidos.
Aparentemente, la idea fue propuesta por un hombre llamado Jon Noyes, quien presentó la petición al Comité Nacional Democrático, en un intento por alentar a Fonda a postularse para la presidencia. La petición fue considerada seriamente por muchos en el Comité, que estaban buscando un candidato presidencial que pudiera personificar los valores y la moralidad de la nación.
El artículo también destaca que, aunque Fonda nunca se postuló oficialmente, se sintió “halagado” por la petición. Mientras tanto, otros miembros del Comité, como el senador Ted Kennedy, se mostraron escépticos ante la posibilidad de encumbrar a un actor al cargo más alto del país.
En última instancia, el intento de postular a Fonda como presidente no tuvo éxito, pero sigue siendo un ejemplo de cómo la cultura popular y la política a veces se conectan. En el clima actual de la política estadounidense, parece improbable que un actor – o cualquier candidato que no tenga experiencia política- tenga éxito en una campaña presidencial, pero sin embargo la figura de Henry Fonda sigue influyendo y fomentando la conversación en torno a quién debería liderar el país.
En resumen, mientras se descubre en un archivo perdido la idea de postular a Henry Fonda como presidente de Estados Unidos allá por 1968, la idea no prosperó, pero deja una reflexión sobre qué valoran los estadounidenses en un líder y cómo la cultura popular y la política pueden influir el uno en el otro.
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