Los dueños de hámsteres iban llegando poco a poco al centro de gestión animal de Sha Tin, un edificio desangelado en la periferia de Hong Kong. La mayoría, solos. Algunos reconocían haber dejado hijos llorosos en casa. Todos llevaban cuidadosamente su mascarilla y tras ella, cara de circunstancias. En la mano, una bolsa o una caja. Venían a entregar sus mascotas, obedeciendo las instrucciones de las autoridades del territorio autónomo. En una medida que ha desatado la furia entre los ciudadanos hongkoneses, el departamento de Sanidad ha decidido el sacrificio de 2.000 hámsteres, chinchillas y conejos de indias después de que siete ejemplares en una misma tienda de animales dieran positivo en una prueba de covid.
Sacrifican a los pequeños animalitos
El sacrificio de los pequeños mamíferos se ha decidido como “medida de precaución” para evitar la diseminación de coronavirus en la antigua colonia británica —que como el resto de China ha adoptado una política de “covid cero”— después de que una empleada de la tienda y un cliente enfermaran de covid y ante la posibilidad de que fueran los roedores quienes los contagiaron, en lo que sería el primer caso conocido de transmisión del virus de animales a personas en Hong Kong. También se ha prohibido temporalmente la importación de estos animales.
El establecimiento, en pleno centro de Hong Kong, quedó clausurado el mismo martes, cuando se confirmó el positivo de los animales. A última hora de la noche se podía ver salir del comercio a trabajadores sanitarios y funcionarios, vestidos de pies a cabeza en traje protector, cargados con bolsas rojas en las que se veía un signo de peligro por contener restos biológicos. El almacén del establecimiento, que cuenta con otras seis sucursales en la ciudad, también ha quedado clausurado.
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