El Inter goleó al Barcelona 4-0, lo que permitió su clasificación a los octavos de final de la Liga de Campeones en el ‘grupo de la muerte’.
En un San Siro vestido de gala, no falló el Inter a su gran cita con la historia reciente del club, que se clasifica por segunda vez a los octavos de final en la última década, de manera consecutiva además, al tiempo que elimina matemáticamente al Barcelona de la UEFA Champions League.
La consigna de los ‘nerazzurri’ era simple: ganar o ganar. No había excusa, había que lograrlo a todo coste para evitar jugársela ante el Bayern en la última jornada. El mensaje caló hondo en los once elegidos de Inzaghi, tanto que el inicio fue algo dubitativo.
En los primeros minutos, el conjunto local dejó la sensación de que iban por debajo en el marcador, jugando al borde de la desesperación, buscando un gol a cualquier precio, dejándose arrastrar por la emoción de los aficionados, por la grandeza de la situación, por el vértigo de tenerlo tan cerca.
Entre errores en salida e imprecisiones en zona de tres cuartos llegó la primera ocasión clara en forma de triple disparo. Primero Dimarco, después Mkhitaryan y de nuevo Dimarco se estrellaron con un sólido Stanek, que paró todo lo que pudo.
Se fue soltando el Inter con el paso de los minutos viendo que tenía domado a un Plzen que no generó peligro y dominó claramente el partido. Pero seguía sin llegar el gol y las alarmas, los malos pensamientos y los fantasmas empezaron a asomarse por San Siro. Lo intentó Lautaro con una volea que sacó Hejda con una pierna. También Calhanoglu con un disparo lejano que se estrelló en Dzeko.
No parecía haber forma de descorchar la botella. Defensivamente estaba todo controlado, el Plzen no generaba peligro. Faltaba lo más importante, y de ello se encargó Mkhitaryan en el minuto 35.