El Tribunal Supremo acaba de rechazar el último intento del Gobierno de Extremadura por evitar la demolición del complejo de lujo Isla de Valdecañas. Este resort, construido en medio de lo que antes era un paraje natural protegido, se ha convertido en el epicentro de un debate que enfrenta a los intereses económicos con la conservación del medio ambiente. La sentencia dictada por el alto tribunal pone fin a un conflicto que ha durado años y que ha generado numerosas polémicas.
El complejo de Isla de Valdecañas, levantado en plena naturaleza en el embalse de Valdecañas, ha sido objeto de múltiples denuncias desde su construcción. Ecologistas y asociaciones afines han cuestionado la legalidad del proyecto, que se levantó sobre terrenos protegidos. La polémica ha llegado incluso hasta el Tribunal Supremo, que ha sido el encargado de dirimir el conflicto.
Las demandas interpuestas por diferentes colectivos han sido el motor que ha llevado a la demolicción de Isla de Valdecañas. Pese a ello, el Gobierno de Extremadura ha intentado en varias ocasiones paralizar la orden de demolición del complejo. Ahora, tras el fallo del Tribunal Supremo, se abre el camino para la eliminación del resort.
Este caso ha puesto sobre la mesa una cuestión encendida: la necesidad de compatibilizar el turismo con la protección del medio ambiente. La construcción de hoteles y resorts en lugares privilegiados desde el punto de vista turístico, pero a su vez protegidos por la legislación medioambiental, es una constante en nuestra sociedad. ¿Qué pesa más? ¿El lucro económico o el respeto al entorno natural? El debate está servido.
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