Hace dos años, el soldado John (nombre ficticio) desobedeció las órdenes de sus superiores, abandonó su puesto de trabajo y, además, reveló su posición secreta al enemigo. Pese a la gravedad de los hechos, no fue sancionado. John había sido víctima de una manipulación en el marco de unos ejercicios de ciberguerra llevados a cabo por un grupo militar del Centro de Excelencia de Comunicación Estratégica de la OTAN (StratCom), con sede en Riga (Letonia), del que él mismo formaba parte.
“Cogimos los datos personales [de los soldados] que estaban en la Red, sin piratear nada, con el fin de manipularlos y cambiar sus conductas. En tan solo dos semanas, por 200 dólares [168 euros] y con un solo empleado fuimos capaces de conseguir que un soldado desobedeciera a su superior”, revela el director del StratCom, el letón Janis Sarts, durante una entrevista este lunes en la Embajada de su país en Madrid.
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Para el director del StratCom, centro abierto en la capital de la república báltica en 2014, cuando el Este de la UE puso las espadas en alto ante el avance de Rusia a raíz del conflicto en Ucrania, “los datos [su manejo] serán en el futuro una de las amenazas a la seguridad nacional” de las democracias occidentales. El directivo explica que a veces es difícil identificar si las amenazas exteriores vienen de los Gobiernos o de grupos afines, pero sí deja claro que es un problema en el que están implicados “Rusia y, hasta cierto punto, China”, y a los que se están sumando cada vez más países. “Irán, Venezuela, México y Brasil”, enumera. Mientras se baja levemente la mascarilla azul para dar un sorbo a un café, Sarts, de 48 años, añade a la lista a Filipinas.
El país del sudeste asiático no solo se está haciendo un hueco en esa lista de “actores estatales” que actúan con fines maliciosos en el ciberespacio, sino que se está convirtiendo en el “kilómetro cero de la desinformación” en el mundo por su amplio uso del inglés como idioma; conocimientos informáticos y tecnológicos decentes; y un Gobierno, el de Rodrigo Duterte, que es “tímido” a la hora de atajar estas actividades, dice el experto.