Si algo ha dejado claro la pandemia de coronavirus es que un país que no invierte en investigación científica e innovación queda a merced de otros cuando llega una crisis. En Cataluña, el sector de las ciencias de la salud, y en especial el de la biotecnología, cuenta con una potente y creciente estructura de universidades, fondos de inversión y centros de aceleración para startups y proyectos de investigación. Pero una vez que estas empresas crecen y están preparadas para dar el salto industrial y comercial, se venden a grandes compañías extranjeras. El sector pide un impulso para tener más instalaciones de producción, soporte público e inversiones de mayor capital para consolidar el tejido empresarial y retener la riqueza.
El director general de Biocat, Jordi Naval, destaca que Cataluña cuenta con varios aspectos muy favorables. “Tenemos una ciencia básica muy potente, con una producción científica que es comparable a países parecidos al nuestro en población y PIB per cápita, como Bélgica, Dinamarca o Suecia. Tenemos también un tejido de inversiones especializadas en biotech. Hay además un conjunto de profesionales y expertos en desarrollo médico muy importante, que trabajan en grandes farmacéuticas como Grifols, Almirall o Esteve. Y tenemos una gran capacidad para hacer ensayos clínicos en hospitales: por ejemplo, la mitad de los medicamentos para tratar el covid se han testado en Can Ruti”, detalla Naval.
El sector de las ciencias de la vida y la salud es uno de los segmentos clave para la economía catalana. Representa el 7,3% del PIB y da trabajo a 230.000 personas, según el Informe de la BioRegión de Cataluña 2020, elaborado por las asociaciones Biocat y CataloniaBio & Healthtech. Estas organizaciones miden el pulso a un sector que ha crecido mucho en los últimos años, y que necesita un impulso más para dar el salto final. El informe pone de relieve que en el estadio de las empresas emergentes Cataluña está avanzando a buen ritmo: en 2020, un año que fue malo para casi todo, las startups de salud vivieron un importante auge. La inversión en estas empresas emergentes se duplicó con respecto a 2018, y superó los 226 millones, con un importante protagonismo del capital riesgo (mayoritariamente internacional), que puso más de la mitad de la inversión. Las startups de biotecnología fueron las que más crecieron en inversiones captadas.