“La búsqueda de una verdadera infancia parece casi imposible”. En Cisjordania, hay bases militares construidas a menos de 500 metros de 200 centros educativos preexistentes. Las Naciones Unidas informan que en 2021 se produjeron 103 incidentes con colonos y militares que afectaron a las escuelas y a 7.500 estudiantes.
Estos incidentes hirieron a 171 menores de edad e incluyeron 26 casos de disparos de armas y otras 62 interferencias, como la entrada de personal militar en las instalaciones. Los niños y niñas también tienen dificultades para acceder a la educación.
El Ministerio palestino correspondiente informó de que 6.759 alumnos y 978 profesores sufrieron retrasos en su camino a las aulas, mientras que otros 90 menores de edad y 31 profesores fueron detenidos. Según los datos proporcionados por esta administración, se perdieron 5.781 clases de 40 minutos de una sola asignatura, todo ello en un momento en que la pandemia de covid ya causa estragos.
El conflicto y la pobreza afectan a la seguridad de los entornos educativos de muchas maneras, incluyendo las necesidades básicas como el agua y los aseos. Una evaluación realizada en 2021 en un pequeño número de colegios de la zona C –donde el ejército israelí tiene plena autoridad en materia de seguridad– descubrió que el 93% carecía de instrucciones de emergencia, la mitad necesitaba mantenimiento de los edificios y vallas, y la mitad no contaba con suficientes letrinas. El 93% de los alumnos llevan sus propias botellas para beber.
Nada de esto está bien
Este 24 de enero se ha celebrado el Día Internacional de la Educación. El lema de este año es “Cambiar el rumbo, transformar la educación”. World Vision puede colaborar, y de hecho lo hace, con los donantes gubernamentales, otros organismos y con las propias escuelas para reforzar el entorno de protección, mejorar las prácticas de enseñanza y trabajar con los administradores en las políticas de prevención de la violencia.
Muchas de las necesidades mencionadas anteriormente en el área C se están abordando activamente a través de proyectos actuales.
Sin embargo, no podemos cambiar, transformar y reequilibrar solos. Las cuestiones relativas al conflicto, como las reglas de enfrentamiento de los militares o el enjuiciamiento de los civiles que violan la seguridad escolar, nos superan. Necesitamos movilizar a los actores con la voluntad política de situar las necesidades de los niños y niñas y su formación por encima de las políticas de identidad y conflicto.
Sobre todo, necesitamos un mundo apasionadamente comprometido con la garantía de que los espacios de aprendizaje sean refugios donde estar a salvo. Los pequeños tienen derecho a disfrutar de la educación, a sentirse seguros y a estar protegidos. Se lo debemos.
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