En las calles del barrio del Alcázar Viejo, en Córdoba, se percibe una calma tensa que estalla en el interior de sus casas. En los patios, la explosión de color de los geranios y gitanillas que penden de las macetas ancladas en sus paredes se mezcla con el trajín de sus dueños, que limpian hojas, mueven tiestos o encalan muros en la recta final para el Festival de los Patios de Córdoba, que, tras romper con la incertidumbre de la pandemia, se celebrará desde este lunes, 3 de mayo, al 16 de mayo. Participan medio centenar de todo el casco antiguo cordobés, pero los de este arrabal pegado a la muralla almohade coleccionan una buena cantidad de sus premios.
Esta edición es especial, no solo porque el concurso se retoma tras la obligada suspensión del año pasado por la covid, sino porque coincide con su centenario. La Fiesta de los Patios, declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco en 2012, se ha convertido en un imán turístico, especialmente para los viajeros extranjeros. Este año no se alcanzará el millón de visitantes que se logró en 2019, pero el levantamiento del confinamiento perimetral entre las provincias de Andalucía, unido al decaimiento del estado de alerta el 9 de mayo, auguran una presencia de turistas nacionales que tendrán que acatar las distancias de seguridad, cumplir con un aforo restringido y cuya movilidad será controlada por drones y sensores wifi y bluetooth.
La ilusión de los participantes en el concurso sigue intacta, sin embargo. Los propietarios de los 50 patios que concursan están todo el año velando por sus plantas, aunque cuando se acerca la primavera aumentan su celo. “Ahora mismo vivimos las 24 horas aquí”, reconoce Nacho Álvarez. Hasta hace poco compartía con cuatro familias su patio cuadrado en el número 14 de la calle de San Basilio, merecedor de varios galardones, entre ellos el cuarto premio en la modalidad de arquitectura antigua de la última edición de 2019. Su arquería del siglo XVII apoyada en la muralla, las cocinas y la letrina comunal compiten en notoriedad y belleza con los geranios y gitanillas multicolores, la flor roja de la costilla de Adán o una oreja del infante, su planta más antigua, que abarrotan el suelo y las paredes. Ahora son él y su mujer, Carmen, quienes se ocupan del florido lugar, con la ayuda de su tía Chelo.
“Los patios siempre han sido el lugar de encuentro de los vecinos y cada uno decoraba su rincón con sus flores y sus macetas. En primavera los abrían para que los de otras corralas o barrios vinieran a ver sus maravillas”, explica Miguel Ángel Roldán, presidente de la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses. “Ese gusto por compartir, por celebrar, esa generosidad de invitar al otro a tu casa es la esencia de la Fiesta de los Patios y es lo que reconoció la Unesco”, abunda Juan José Primo Jurado, presidente del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, que recuerda que el centenario concurso parte de una iniciativa popular que fue acogida por el Ayuntamiento.
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