En la Ciudad de México, la obesidad se ha convertido en una grave preocupación tanto para médicos como para la sociedad en general. Los doctores Lizbeth Tolentino y Víctor Ríos, destacados investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública, alertan sobre el alarmante aumento de la obesidad en niños y adultos. Según sus observaciones, el fenómeno está ligado a una creciente exposición a la publicidad de productos poco saludables, especialmente bebidas azucaradas, que afecta directamente la alimentación de la infancia.
La doctora Tolentino menciona que la prevalencia de enfermedades como la diabetes y la hipertensión es particularmente preocupante en adultos, pero también comienza a manifestarse en la juventud. En la capital mexicana, un innegable problema radica en la falta de supervisión por parte de los padres sobre lo que consumen sus hijos. “Hemos intentado que los vendedores no ofrezcan su mercancía cerca de las escuelas, pero sin éxito. La publicidad es demasiado atractiva”, afirma.
El eje de la entrevista gira en torno a la necesidad de implementar programas que controlen la venta de alimentos y bebidas con altos niveles de azúcar y grasa cerca de los centros educativos. Tolentino resalta que el 74% de la población adulta en México presenta sobrepeso u obesidad, y el preocupante hecho de que cerca del 40% de los niños de primaria sufren de obesidad refleja una tendencia alarmante. “Si no se actúa de inmediato, estos niños pueden desarrollar enfermedades serias en el futuro,” advierte.
La situación se torna más preocupante cuando se considera que solo un 33% de las personas con diabetes controlan adecuadamente su enfermedad, lo que indica una falta de educación y conciencia sobre los riesgos que conlleva la mala alimentación. “Es fundamental enseñarles a los niños a tomar decisiones informadas sobre su salud y la de su comunidad”, enfatiza el doctor Ríos.
Ambos médicos coinciden en que la alimentación tradicional mexicana, rica en frijoles, maíz y vegetales, es una opción poderosa ante la desnutrición y puede prevenir enfermedades. Sin embargo, la cultura de la comida chatarra, exacerbada tras la firma del Tratado de Libre Comercio, ha sustituido la alimentación saludable por opciones rápidas y poco nutritivas. La urgencia de abordar esta situación es aún mayor en un país donde la obesidad infantil se ha disparado en los últimos años.
En términos de soluciones, los doctores proponen modificar políticas públicas, como la implementación de sellos de advertencia en productos con alto contenido de azúcar y la prohibición de la venta de golosinas en las escuelas. Esta estrategia debería complementarse con campañas de concienciación que fomenten hábitos saludables y que informen a la población sobre los peligros del consumo excesivo de refrescos, cuyo promedio de ingesta en México es alarmante: 116 litros por persona al año.
La doble cara del problema resalta que, aunque la baja de precios en la comida rápida facilita su consumo, las soluciones requieren un esfuerzo conjunto entre familias, escuelas y autoridades para cultivar un entorno que priorice la salud.
La situación en México es crítica: siete de cada diez adultos presenta problemas de sobrepeso y cuatro de cada diez niños son obesos. Sin intervenciones efectivas, el panorama será complicado. El compromiso de la comunidad y la mirada crítica hacia las políticas alimentarias son aspectos clave en esta lucha contra la obesidad. Solo a través de esfuerzos coordinados se podrá cambiar el rumbo y promover una alimentación saludable entre las futuras generaciones.
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