Kiev acusa a Moscú de haber forzado una reducción en el tránsito de gas hacia el bloque comunitario a través de su territorio. Por otro, el monopolio estatal Gazprom ha sellado las válvulas del gasoducto que alimentaba a Alemania a través de Polonia. El Yamal-Europa y el Nord Stream 2, dos grandes proyectos de la época en la que Rusia era la reserva gasista de Europa, son ahora un elemento más del paisaje. Y en paralelo, el Kremlin niega que vaya a cortar el gas a Finlandia por entrar en la OTAN mientras envía un ultimátum a Moldavia, también dependiente del gas ruso, para que pague las deudas que le perdonó cuando tenía un gobierno prorruso.
La Unión Europea planea reducir en dos tercios su importación de gas ruso para finales de año, pero el Kremlin ha comenzado a poner trabas a una transición que no será suave. El Operador del Sistema de Transmisión de Gas de Ucrania (GTSOU, por sus siglas oficiales en inglés) denuncia que Gazprom no quiere suministrar por su territorio los volúmenes de gas contratados con Europa. El gasoducto Soyuz se alimenta a través de varias conexiones, pero dos son clave: la estación de Sojranivka, por la que pasaba casi un tercio del gas y que Ucrania cerró el pasado 11 de mayo “por causas de fuerza mayor”; y la de Sudzha, a la cual podría redireccionarse todo el gas, según Kiev.
“La capacidad técnica de Sudzha es de 244 millones de metros cúbicos de gas al día, más que suficiente para seguir suministrando los volúmenes contratados”, asegura GTSOU. Por esa estación pasaban hasta ahora alrededor de dos tercios del gas que transita cada día por Ucrania. Según los datos de Gazprom, esta suministró por ahí 50,6 y 61,9 millones de metros cúbicos diarios el 12 y el 13 de mayo, respectivamente. Es decir, apenas una cuarta parte de la capacidad teórica total de Sudzha.
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