Los 124 diputados del Parlamento flamenco (Bélgica) tienen una nueva preocupación. El directo de sus plenos se transmite por YouTube y desde este lunes una máquina les vigila: si cogen el móvil, les manda un mensaje abierto por Twitter. Un mensaje que puede ver todo el mundo y que dice: “Querido distraído [nombre en Twitter], por favor céntrese”, junto a un breve vídeo de su “pecado” en la cuenta con el nombre original del proyecto, The Flemish Scrollers (Los flamencos que hacen scroll). El programa es obra de un artista visual belga, Dries Depoorter, especializado privacidad, vigilancia masiva y en descubrir usos distópicos a la inteligencia artificial.
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“Siempre me ha gustado mostrar el riesgo de la tecnología nueva y cómo nos sentimos ante ella”, dice Depoorter en un mensaje de Twitter. El objetivo principal de Depoorter es enseñar lo fácil que es controlar a ciudadanos. En respuestas al tuit, una de las notas predominantes es el temor a que algo así se instaure como control. “Me pregunto si este tipo de cosas alertará a los políticos de los peligros de la inteligencia artificial (IA) y el reconocimiento facial”, dice Andrew Stroehlein, director para medios en Europa de Human Rights Watch.
El software de Depoorter detecta cuando un político coge y mira el móvil desde su escaño, pero no qué mira en el teléfono. Con un poco de análisis de cómo mueve los dedos y dónde miran sería relativamente sencillo intuir qué aplicación usan. “Estoy trabajando en ello”, dice Depoorter. “Twitter e Instagram tienen un movimiento de arriba abajo. Es el siguiente paso y es posible hacerlo pero debo probarlo. Escribir también puede ser una pista”, añade. Por supuesto dar con quien juega desde el escaño sería aún más fácil. Bélgica vivió también en 2019 un caso similar al de Celia Villalobos con Candy Crush en 2015: en este caso el diputado belga aburrido jugaba a Angry Birds.
El proyecto de Depoorter aún no puede llevarse a otros países con este mismo código porque el artista no lo ha abierto “aún”, según dice. Le ha llevado relativamente poco tiempo, dice, porque tenía parte del código ya escrito para proyectos anteriores. Aquí el reconocimiento facial es relativamente sencillo. Depoorter ha cargado en el sistema las caras públicas de los diputados desde distintos ángulos. El software descarta, como se ve en la imagen que encabeza el texto, las tabletas y los ordenadores en manos de los diputados porque presume que son más bien herramientas de trabajo. “En teoría pueden tomarse notas en un móvil también”, admite Depoorter.