En una reciente visita a la embajada, Eli Sharabi, un israelí de 53 años, compartió su desgarradora experiencia tras ser secuestrado por milicianos. Eli, quien vivía en la aldea de Be’eri con su esposa y sus dos hijas adolescentes, vio su vida cambiar drásticamente el 7 de octubre, cuando un ataque brutal acabó con la vida de su familia.
A pesar de las adversidades, Eli se presenta como un símbolo de fortaleza y resiliencia. Durante una hora y cuatro meses en cautiverio, sufrió un tormento físico y psicológico inimaginable. Relata que, tras ser capturado, fue sometido a un linchamiento por civiles palestinos en un acto que resalta la intensa animosidad que caracteriza su situación. Este conflicto, como él mismo señala, es con Hamás y no con la población palestina, aunque la intensidad del odio puede complicar aún más las cosas.
Eli estuvo aislado en un apartamento, con las manos y pies atados, sufriendo un dolor constante debido a las cuerdas que limitaban su movimiento. Después de meses en pésimas condiciones, fue trasladado a un túnel subterráneo, donde permanecía junto a otros rehenes, unidos por la necesidad de sobrevivir. La cruel realidad se hizo más evidente cuando, al enterarse de que compañeros gravemente heridos habían sido ejecutados, comprendió que su destino estaba en manos de captores que, a su vez, no veían esperanza.
Durante su cautiverio, Eli fue víctima de torturas físicas continuas: golpeado, con grilletes que limitaban su movilidad y con un régimen alimenticio que lo llevó a perder más de 25 kilos. El contraste era desolador; mientras él era privado de alimento, los terroristas disfrutaban de raciones generadas a través de la ayuda humanitaria.
La fortaleza de Eli se mantiene en su misión de liberar a los demás rehenes. A cada momento, hay personas atrapadas, esforzándose por mantenerse a flote en condiciones que rayan en lo inhumano. El clamor por su liberación resuena fuerte, no solo en su voz, sino en la conciencia de quienes conocen su historia.
Este relato, ocurrido en un contexto marcado por la violencia, el sufrimiento y la lucha por la vida, se convierte en un llamado a la acción y a la humanidad. En un mundo donde la perspectiva parece oscurecerse, la determinación de Eli representa un rayo de esperanza en medio del caos.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.