“No nos moverán”. Después de más de seis décadas viviendo en Sheij Yarrah, el palestino Nabil al Kurd se acomoda en una silla en la calle, como si estuviera en su propia casa, frente a una edificación que luce una estrella de David de neón en la fachada. “Ahora todo el mundo sabe ya lo que pasa en Jerusalén”, sentencia este jefe de almacén jubilado, nacido hace 77 años en Nazaret, de donde su familia tuvo que huir en 1948 tras el nacimiento del Estado de Israel. La policía rodea la barriada desde hace un mes, cuando el Tribunal Supremo de Israel suspendió el anuncio de su decisión final sobre la expulsión de varias familias palestinas del distrito a causa de una demanda de colonos judíos que reclaman la propiedad de sus viviendas.
Convertido en una especie de gueto aislado, al que solo pueden acceder sus residentes, Sheij Yarrah está rodeado de puestos de control de las fuerzas de seguridad. Los agentes se presentaron el domingo en casa de Al Kurd para llevarse detenidos a sus dos hijos gemelos: la activista digital Muna y el poeta Mohamed, de 23 años. Ambos se han erigido en principales portavoces de un levantamiento pacífico que ha hecho llegar a través de las redes sociales el mensaje de los vecinos de Sheij Yarrah, que llevan más de 15 años pleiteando para impugnar su desahucio. Twitter o Instagram han transformado su movilización en símbolo inteligible a escala global –la de quien pelea por seguir en su propio hogar– para la causa palestina. Muna fue conducida esposada desde su domicilio. Mohamed, que no se encontraba en casa, se presentó más tarde en comisaría, donde fue acusado de “perturbar el orden público con actos tumultuarios”. Los dos fueron puestos en libertad tras varias horas de interrogatorios.