El joven Lemekhani Nathan Nyirenda, hace unos años emigraba al Norte para buscarse la vida, logrando uno de sus objetivos, el cual era estudiar ingeniería nuclear en Moscú, la capital rusa. Y lo hizo gracias a una beca y unas buenas relaciones trazadas entre Zambia y Rusia en tiempos de la Unión Soviética.
El pasado 14 de noviembre, el Gobierno zambiano informó de la muerte del joven en el frente de guerra de Ucrania. La familia de Nyirenda desconoce aún a ciencia cierta cómo se trazó este periplo surrealista que acabó con la vida de Lemekhani.
Fue el Ministerio de Asuntos Exteriores zambiano, bajo el mando de Stanley Kakubo, el que, dejando muchas cuestiones en el aire, informó por vez primera de la muerte del estudiante. En una nota publicada en un perfil de una red social el pasado 14 de noviembre, el departamento de Kakubo comunicaba que el Gobierno de Vladímir Putin había notificado cinco días antes que Nyirenda había fallecido “en el frente de batalla del conflicto entre Rusia y Ucrania”. Eso, en primer lugar. Posteriormente, el Ministerio aclaraba que esa era la fecha de la notificación del Kremlin, no la de la muerte.
El embajador del país africano destinado en la capital rusa, Patrick Sinyinza, hizo unas consultas y averiguó que el joven compatriota había muerto en la contienda el 22 de septiembre, un mes y medio antes de que Moscú informara a Lusaka de su deceso. El Gobierno de Hakainde Hichilema, presidente de Zambia, y el de Putin mantienen buenas relaciones. Los dos países, en ese contexto creciente de buena sintonía Rusia-África, han fortalecido sus vínculos, precisamente, en materia de defensa y energía nuclear.
Según el relato ofrecido a la cadena británica BBC por Muzangalu Nyirenda, la hermana del joven zambiano, este trabajaba como mensajero a tiempo parcial. En abril de 2020, el estudiante de ingeniería nuclear fue detenido por posesión de drogas mientras hacía una de sus entregas. Su hermana cree que él no sabía lo que llevaba en sus paquetes. Un tribunal le condenó a nueve años y seis meses de prisión en el centro penitenciario de Tver, a unos 180 kilómetros al noroeste de Moscú. El pasado 31 de agosto, algo de dos semanas antes de morir, Nyirenda llamó a la familia y les informó de que ya no estaba en prisión, pero que no podía revelar su paradero.
Tres días antes de que muriera en el este de Ucrania
Se divulgó un vídeo en el que Yevgeni Prigozhin, apodado chef de Putin por sus negocios de catering y jefe del grupo mercenario ruso Wagner, ofrecía a un grupo de reos en el interior de un penal la libertad a cambio de sus servicios en la ofensiva en Ucrania. El pasado martes, Prigozhin, a petición de un medio de comunicación, revelaba en una red social que Wagner había reclutado a Lemekhani Nyirenda en Tver. Contó el empresario ruso, aliado de Putin, que le preguntó al joven zambiano por qué quería participar en la guerra si en un par de años podría salir de prisión y volver a su país. “La posibilidad de morir es bastante alta. Recuerda esto”, le dijo, según la versión ofrecida por el propio Prigozhin. “Ustedes, los rusos”, le contestó Nyirenda, siempre según el relato del jefe de Wagner, “nos ayudaron a los africanos a obtener la independencia durante muchos años. Cuando nos resultó difícil nos tendisteis la mano y lo seguís haciendo ahora”.
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