#NBA #Bull | La vuelta de la NBA en París se volcó y el majestuoso Accor Arena fue una fiesta. A la americana. No faltaron VIPs. Como Gerard Piqué, que acudió después de pasarse por las oficinas de Sorare. El exfutbolista es inversor desde 2020 de la compañía que revoluciona los deportes ‘fantasy’. Pega con él, ambicioso e innovador.
También leyendas de la NBA, como Tony Parker y Magic Johnson. El abrazo de DeMar DeRozan a uno de los mejores bases de todos los tiempos y una gran ovación del pabellón al ‘laker’ marcó el tono de una fiesta. El espectáculo en el que casi retomó esa exigencia de traer la NBA más a Europa. La capital gala se volcó con su chico, Kilian Hayes. Aunque pronto se demostró que Chicago era el que mandaba. En la grada y el parqué.
Dominio de Chicago
Dominio, para resumir. Chicago salió lanzado y desde el primer cuarto (24-31) puso ritmo e intensidad. Eso… a Detroit le falta. No atacan bien, demasiado balón en la mano del errático Hayes, y no defienden la transición. Así abrieron los Bulls su renta. Con DeRozan y sus tiros confiables, LaVine y un Vucevic muy motivado. La diferencia entre los que se juegan algo y los que no.
DeRozan aceleró en el segundo cuarto. Detroit intentó agarrarse. Sadiq Bay recortó el margen a 16 (66-82, 14′) y saco a los mejores Pistons. El siempre competitivo Bogdanovic (75-84, 16′) bajó de la diferencia de los 10, pero sería el último arreón de un equipo al que le falta su principal referente, Cade Cunningham.
Los Bulls sabían su superioridad y jugando con esa goma para romperla o no terminaron de dar la estacada. Zach LaVine asumió volumen y su transición es imposible. Con Derrick Jones Jr. en modo volador aportó la tranquilidad (79-93, 36′) al final del último cuarto.
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