Los anglosajones utilizan la palabra game changer para referirse a eventos o decisiones que cambian el curso natural de los acontecimientos, casi siempre para mejor. Los ingentes estímulos desplegados por la nueva Administración estadounidense van camino de ser uno de ellos para el mundo en su conjunto: la economía de Estados Unidos crecerá este año un 6,9%, según la proyección publicada este lunes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), aupada por las transferencias de efectivo —que han logrado revivir el consumo— y los cuantiosos planes de infraestructura —que prometen modernizar un capital físico ajado mientras se vuelve a poner en marcha el engranaje de la actividad—.
Hasta ahora, el laboratorio de ideas de los países ricos, que todavía no incluye en sus cálculos las últimas inversiones anunciadas por la Casa Blanca —por lo que el resultado final podría ser incluso mejor—, esperaba que la todavía primera potencia mundial creciese cuatro décimas menos, un 6,5%, en 2021. Ese espectacular desempeño de EE UU, que poco después del ecuador de este año debería haber recuperado ya todo el terreno cedido durante la crisis, y la capacidad de resistencia de China (+8,5%, siete décimas más de lo previsto hasta ahora) llevarán en volandas a la eurozona, que despuntará un 4,3% (cuatro décimas más de lo anticipado) pese a su mayor timidez a la hora de gastar. Y también a la economía mundial en su conjunto, que crecerá un 5,8%, dos décimas más. La mejora global no es tan intensa como la aplicada en la revisión de marzo, cuando elevó el crecimiento en 1,4 puntos, pero los pronósticos siguen aumentando cada vez que toca actualizar el cuadro.
“Sigue siendo el momento de gastar”, decía este domingo el todavía secretario general saliente de la OCDE, Ángel Gurría, en una entrevista en Columna Digital. Y eso es exactamente lo que está haciendo EE UU, desafiando incluso a quienes avisan del riesgo de sobrecalentamiento o de que la inflación se desboque. El paquete estadounidense de rescate sumará entre tres y cuatro puntos a su propio PIB en el primer año completo en marcha (2021) y un punto más al crecimiento mundial. Todas las economías se beneficiarán de la mayor demanda estadounidense, pero hay grados: el beneficio será más intenso para las más interconectadas con el gigante norteamericano —Canadá y México—, mientras que Europa, Japón y China lo harán algo menos.
“El impulso de la economía estadounidense se ha fortalecido, ayudado por los estímulos y la vacunación”, explican los economistas del organismo con sede en París en su último pase de revista a la economía mundial. “Su gran estímulo fiscal ayudará a robustecer la recuperación global”.
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