La movilización de las mujeres, especialmente de las más jóvenes, fue clave para la contundente victoria de Gabriel Boric, en Chile; el movimiento feminista lo fue también para que el presidente argentino, Alberto Fernández, llegara a la Casa Rosada; o el mexicano para que Andrés Manuel López Obrador –quien luego traicionó esa apuesta de las mujeres– se erigiera como mandatario. Todos con un factor común: son políticos de izquierda o autodenominados progresistas.
En Colombia, donde el candidato de izquierda Gustavo Petro puntea en las encuestas a la presidencia, el feminismo se asoma como un tema determinante. Sin embargo, hasta ahora varias renuncias de importantes mujeres de la coalición de izquierda (el Pacto Histórico) y las posiciones del candidato sobre asuntos como el aborto muestran un flanco problemático en los meses que vienen.
La llama de la polémica se encendió precisamente en una entrevista a este diario. “El feminismo se ha quedado con la vieja izquierda tradicional en la esfera intelectual de la gran ciudad, sin vinculación con la población”, dijo Petro en septiembre y causó una polémica que ya venía in crescendo desde enero de 2021, cuando renunció a su partido Angela María Robledo, que fue su fórmula a la vicepresidencia en las elecciones de 2018.

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