El aterrizaje forzoso de un avión de la compañía irlandesa Ryanair en Minsk, la capital de Bielorrusia, y la consiguiente crisis con la UE parece haber brindado a Rusia la ocasión de anexionarse ese país. Así se expresaron algunos líderes europeos durante la cumbre extraordinaria celebrada hace justo una semana en Bruselas, solo 24 horas después de que el Gobierno del autócrata Alexandr Lukashenko interceptase la nave que cubría la ruta entre Atenas (Grecia) y Vilnius (Lituania) para detener a un periodista disidente bielorruso, Roman Protasevich, y su pareja que viajaban a bordo.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, blindó la cumbre para evitar filtraciones. Pero fuentes permiten descifrar un encuentro que constató el riesgo de que el presidente ruso, Vladímir Putin, aproveche el creciente aislamiento de Lukashenko para incorporar a Bielorrusia a una especie de federación, a la que el Kremlin también intentaría incorporar una parte de Ucrania.
Michel ordenó que el debate durante la cumbre europea se celebrase de manera ultraconfidencial y sin permitir a los jefes de Gobierno de los Veintisiete tener a mano sus teléfonos móviles, para evitar cualquier filtración. Esa medida, según las fuentes consultadas, permitió a los líderes expresarse con total franqueza sobre las consecuencias de lo que han calificado como “secuestro de Estado” de un vuelo comercial europeo con 117 pasajeros a bordo.
“Moscú está aprovechando las protestas contra el régimen de Lukashenko para impulsar la integración de su país en Rusia y no podemos descartar una federación entre los dos países, con unos perfiles aún por definir, pero cuyas consecuencias no son difíciles de imaginar”, se escuchó en la sala de un Consejo blindado. El pasado viernes, Putin recibía a Lukashenko en Sochi (Rusia) y además de respaldar su decisión de interceptar el vuelo comercial le mantiene un apoyo financiero que ata al líder bielorruso aún más al Kremlin.
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