La enfermedad que abunda y pone en peligro a la mayoría de los niños y niñas africanos menores de dos años es la malaria, corren el riesgo de enfermar y acabar con su vida. En las últimas dos décadas, intervenciones como las mosquiteras tratadas con insecticida, la fumigación de interiores con acción residual y las politerapias a base de artemisina (uno de los fármacos más efectivos contra esta enfermedad) han reducido significativamente la carga mundial del paludismo, pero esta disminución se ha visto estancada desde 2017. En muchas áreas de África subsahariana, los casos van en aumento. El tratamiento preventivo intermitente en la población infantil (IPTi, por sus siglas en inglés) y la recientemente recomendada vacuna antimalárica RTS,S/AS01, Mosquirix por su nombre comercial, son dos estrategias de lucha contra la dolencia que ofrecen la oportunidad de proteger a más menores, y a su vez reforzar los frágiles sistemas sanitarios.
El IPTi, que se desarrolló hace más de 20 años, consiste en administrar una politerapia preventiva de sulfadoxina-pirimetamina (SP) a los niños en el momento en el que reciben sus inoculaciones esenciales —la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTaP), y la dosis contra el sarampión—, como parte del Programa Ampliado de Inmunización (PAI). Diversos estudios han demostrado que esta estrategia reduce los casos de paludismo en un 30%, los ingresos hospitalarios en un 23% y la incidencia de la anemia en un 21%.
En octubre de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio su respaldo a la vacuna RTS,S/AS01 para la población infantil de África subsahariana, lo cual provocó un entusiasmo renovado en la comunidad involucrada en la lucha contra la malaria, pues es una herramienta complementaria al paquete básico de medidas preventivas y diagnósticas. Si se introduce de un modo generalizado, podría salvar decenas de miles de vidas al año entre la infancia africana de corta edad.
En 2010, la OMS recomendó, a través de su programa de inmunización, la utilización del tratamiento preventivo en niños en aquellas áreas de la región subsahariana en las que la resistencia a la sulfadoxina-pirimetamina no es elevada. Sin embargo, solo un país africano, Sierra Leona, ha incorporado el IPTi en sus políticas y lo ha puesto en práctica. ¿A qué se debe la lenta adopción de esta estrategia?
Podría deberse a una combinación de varios factores. Por un lado, la percepción de parte de los investigadores de que la politerapia IPTi tiene una eficacia moderada. Esta es una idea basada en la creencia —infundada— de que una efectividad reducida de su uso como tratamiento en los casos clínicos predice la ineficacia del medicamento también en la prevención de las infecciones. Por el otro, la preferencia histórica de la comunidad que trabaja en el paludismo por los programas verticales, en lugar de integrar sus operaciones con otros elementos del sistema sanitario. Por último, la falta de voz política de la población afectada, es decir, la infancia vulnerable.
Un programa de inmunización sistemática robusto es un requisito indispensable para conseguir y mantener objetivos tan ambiciosos como la eliminación de la malaria
La oportunidad para el IPTi
Sin embargo, en los últimos años, hay indicios de cambio en el panorama de la malaria que ofrecen una nueva oportunidad para la introducción y utilización a gran escala de esta herramienta que salva vidas. Hay datos recientes que demuestran que la sulfadoxina-pirimetamina sigue presentando mejores resultados que el resto de antimaláricos para la prevención del impacto de la enfermedad durante el embarazo, y que sigue siendo una combinación muy eficaz para su utilización estacional.
Asimismo, la OMS ha actualizado recientemente sus recomendaciones en cuanto a la prevención de la malaria entre la población infantil. Ahora se refiere al IPTi como una herramienta de “quimioprevención de la transmisión perenne de la malaria” (PMC, por sus siglas en inglés), cambio terminológico que ha sido consecuencia de la mejor comprensión de cuándo y dónde puede ser más eficaz la quimioprevención. Y que además alienta a los programas nacionales de control de la enfermedad a ampliar el acceso al IPTi/PMC y adaptar su utilización a nivel local.
Hay datos recientes que demuestran que la sulfadoxina-pirimetamina sigue presentando mejores resultados que el resto de antimaláricos para la prevención del impacto de la enfermedad durante el embarazo
Proteger a los más vulnerables
Tanto el IPTi/PMC como la vacuna RTS,S/AS01 forman parte del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), que fue elaborado por la OMS en 1974 con el objetivo de que todos los niños recibieran las vacunas esenciales mediante un sencillo programa de consultas infantiles. Desde entonces, este plan ha evitado millones de casos de diferentes enfermedades (por ejemplo, sarampión, neumonía y poliomielitis), y también ha contribuido a reducciones significativas en la mortalidad infantil desde 1990. Además, se ha utilizado con éxito para suministrar otros productos, como suplementos de vitamina A y mosquiteras.
Con base en las tendencias actuales, 31 millones de niños y niñas menores de cinco años morirán entre 2018 y 2030. Este es el grupo más susceptible de enfermar a escala mundial. Para avanzar con la agenda de salud de la infancia, la comunidad sanitaria global debe admitir que el PAI se refuerce y apoye como parte integral del sistema sanitario general. Es hora de superar los tradicionales debates sobre las estrategias de refuerzo de los programas sanitarios.
Esto es aún más evidente en el contexto de las crisis mundiales, como la derivada de la pandemia de la covid-19, en las que es necesaria la priorización de las inversiones y la acción urgente. No solo para revertir sus consecuencias negativas, sino también para evitar la exacerbación de las tendencias previas a la pandemia, por ejemplo, el estancamiento de la cobertura de inmunización, el aumento de la incidencia de malaria y la ralentización de la reducción de las muertes por la dolencia.
Un programa de inmunización sistemática robusto es un requisito indispensable para conseguir y mantener objetivos tan ambiciosos como la eliminación de la enfermedad, el aumento de la cobertura de inmunización o la introducción de nuevas vacunas, todos ellos necesarios para lograr los objetivos sanitarios de reducción de la mortalidad y la desigualdad expuestos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Tenemos una herramienta segura, eficaz y económica, el IPTi/PMC, así como una plataforma de inmunización sistemática en funcionamiento en todos los países endémicos de malaria. Es hora de que el IPTi llegue a más niños y reduzca el aumento de casos y defunciones por esta dolencia. Asimismo, ha llegado el momento de garantizar que la plataforma de inmunización sistemática reciba la atención que necesita para optimizar sus posibilidades de utilizar las herramientas existentes, como el IPTi y la vacuna RTS,S/AS01. Intentemos no perder otra década de prevención del impacto del paludismo en el grupo más vulnerable, la población infantil africana.
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