España se quita la mascarilla en espacios exteriores el 26 de junio. Hace ya más de un mes que terminó el estado de alarma y se permite el movimiento entre comunidades autónomas. Y la prohibición de abrir bares y otros comercios no esenciales o los confinamientos domiciliarios quedan como malos recuerdos cada vez más lejanos. El elevado ritmo de vacunación (el 47,8% de la población había recibido al menos una dosis este viernes) permite eliminar las restricciones poco a poco con la normalidad en el horizonte, destino al que han llegado (o casi lo han hecho) otros países. Dinamarca, Israel y la mayor parte de Estados Unidos están entre ellos. Así es el día a día en sus ciudades más pobladas.
Copenhague: amanece sin mascarilla
Faltan unos minutos para las nueve de la mañana y ya hay cola en el centro de pruebas de detección de covid de Frue Plads 2, una plaza peatonal del centro histórico de Copenhague. A esas horas hay que esperar unos 10 minutos para un test de antígenos. Es gratis, sin prescripción médica, sin cita previa y hasta un extranjero que pase por allí puede hacerse uno aunque no resida en el País. “Sí, sí, seguro que no hay que pagar y no hace falta pasaporte, solo un móvil para recibir el resultado”, informa una empleada del Autoridad Danesa de Salud. Tres universitarias conversan fuera de la carpa blanca en la que se realizan las pruebas.
Dinamarca empezó a reabrir entre marzo y abril los centros educativos, museos, tiendas no esenciales y establecimientos de ocio y restauración, cerrados desde diciembre para lidiar con la segunda ola. La apertura se ha acelerado en junio gracias a la realización masiva de test, tanto PCR como antígenos en 672 centros del país, que junto con la vacunación han ayudado a esquivar una tercera ola.
“En un día se han llegado a hacer 300.000 pruebas en una población de casi seis millones; lo normal es que un ciudadano se haga test dos veces a la semana”, explica por teléfono Soren Riis Paludan, profesor del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Aarhus. Dinamarca es uno de los países menos afectados por la covid en Europa, con 290.000 contagios y 2.500 muertes desde el inicio de la pandemia.
Frente a la librería Arnold Busck de la calle Kobmagergade, la gente pasea sin mascarilla pasadas las diez de la mañana, lo que no supone una gran novedad en Dinamarca, ya que como en el resto de nórdicos, nunca ha sido obligatoria en exteriores. Pero lo que sí es nuevo es que desde esta semana tampoco hay que llevarla en el interior del establecimiento, ni en ninguna tienda, ni centro comercial.
“Después de tanto tiempo usándola una se lleva la mano a la boca de vez en cuando pensando que está haciendo algo mal”, comenta Monica Hansom, empleada de la librería. Sus cuatro hijos tampoco llevan mascarilla en el colegio, pero “les hacen un test todos los lunes” en la escuela.