Las dos últimas víctimas de la crisis fronteriza en Ceuta descansan desde este domingo bajo la tierra del cementerio musulmán de la ciudad. Los sepultaron dos enterradores y dos trabajadores de la funeraria con la ayuda de un militar que pasaba por allí. Les guardaron antes medio minuto de oración silenciosa, con la mano derecha abrazando la muñeca izquierda sobre el estómago. Murieron solos y fueron enterrados en una tumba sin nombre, pero estos desconocidos lloraron su desgracia como si fuese propia. “Son nuestros hermanos, me da mucha tristeza”, lamentó tras el responso uno de los dos imanes marroquíes que les despidieron.
Desde que el pasado lunes se desató una crisis fronteriza sin precedentes con la entrada desenfrenada de unas 9.000 personas, tres personas han muerto y una ha intentado ahorcarse.
Minutos antes, en la sala de preparación de cadáveres del antiguo cementerio musulmán, un fotógrafo local captaba la escena incapaz siquiera de mirar por el objetivo. Se cubría los ojos llenos de lágrimas, mientras se le nublaban las gafas. “Son decenas, veo esto cada día”, suspiró. A uno de los dos imanes se le quebró la voz mientras recitaba el Corán y a Dris Ahmed, el empleado de la funeraria que presenciaba la escena, se le cayeron dos lagrimones. “Es una pena lo que está pasando. No han tenido a nadie que los vele”, lamentó.
El primero fue un joven de 19 años llamado Sabir. Murió ahogado el pasado lunes cuando intentaba alcanzar la playa del Tarajal en busca del sustento que le arrebató la pandemia. Se fue con sus amigos desde Fnideq (Castillejos), pero no logró pisar la arena ceutí. Su historia la contó El Faro de Ceuta tras hablar con un padre destrozado que no pudo cruzar la frontera para darle el último adiós. Le enterraron el viernes.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.