Un nuevo foco de tensión ha vuelto a abrirse entre China y Occidente. Las acusaciones de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea contra China sobre una campaña global de ciberataques orquestada desde suelo chino llegan apenas tres días después de que el presidente chino, Xi Jinping, y el de EE UU, Joe Biden, coincidieran en la reunión virtual del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) el pasado viernes, la primera vez en que coincidían desde la cumbre del medioambiente liderada en abril por el inquilino de la Casa Blanca. Si hace tres días las sonrisas se multiplicaron por doquier, ambas partes vuelven a sacar los puños, y en un sector clave de confrontación.
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Las acusaciones de ciberpiratería contra China no son nuevas. Washington lleva años denunciando que Pekín está detrás de una serie de ciberataques contra las agencias federales y empresas estadounidenses, algo que el Gobierno de Xi siempre ha negado de manera tajante.
Hasta el momento, China no ha respondido oficialmente a las acusaciones. Sí lo ha hecho su agencia estatal de noticias, Xinhua, que a través de su cuenta de Twitter -red social bloqueada en China- ha distribuido una caricatura en la que alude a las informaciones sobre el espionaje que Estados Unidos practicó a Alemania, uno de sus aliados más cercanos. “¿Qué es un buen amigo, para Estados Unidos? La vigilancia. En lo que respecta a un comportamiento irresponsable, destructivo y desestabilizador en el ciberespacio, Estados Unidos parece ser el mejor de todos”, comenta Xinhua.
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Los lazos no muestran trazos de repararse. Después de la desastrosa reunión en Alaska entre los responsables de Exteriores de los dos países en marzo, la semana pasada la vicesecretaria de Estado para Asia, Wendy Sherman, renunciaba a una parada en China durante su gira asiática. Según publicaba el periódico Financial Times, Pekín le ofreció una reunión con el número cinco del Ministerio de Exteriores, Xie Feng, y no con su homólogo, Le Yucheng.
Una situación similar se vive en el estamento militar: el secretario de Defensa, Lloyd Austin, quien a principios de este año trató de entablar contacto con el general Xu Qiliang, el máximo mando castrense de la Comisión Militar Central, el órgano responsable de las Fuerzas Armadas chinas; las autoridades chinas le ofrecían en cambio una reunión con el ministro de Defensa, el general Wei Fenghe, jerárquicamente por debajo de la Comisión.
Xi Jinping ha dejado claro, una y otra vez en sus discursos, su convencimiento de que su país se encuentra en ascenso y Estados Unidos, en decadencia. Y que no piensa ceder. En su discurso del 1 de julio en Tiananmén, para conmemorar el centenario de la fundación del Partido Comunista, ya aseguraba que “nunca permitiremos que ninguna fuerza extranjera nos presione, nos oprima o nos subyugue. El que lo intente, chocará violentamente contra una gran muralla de acero formada por los 1.400 millones de chinos”.