Sin faena, con el agua contaminada y en medio de la pandemia, la Cooperativa Mujeres Pescadoras del Manglar de Oaxaca (México) se ha visto obligada a reconstruirse para hacer frente a la destrucción de un ecosistema en peligro de desaparecer. “Aquí en nuestra laguna se perdió el pescado, el camarón, que había mucho, y la almeja tichinda ya no se puede comer”, comenta Cirila Martínez, integrante de la organización y habitante de Zapotalito, comunidad colindante con la laguna Pastoría.
La Pastoría es parte del complejo lagunar Chacahua, reconocido como sitio Ramsar en el 2008, o lo que es lo mismo, un humedal designado como de importancia internacional. Este ecosistema de bosque de mangle funciona como guardería de peces, además de ser hábitat de moluscos, crustáceos, reptiles y otras especies. No obstante, a nivel global el 50% de estos espacios ha desaparecido durante los últimos 50 años y, sin una intervención oportuna, la totalidad de ellos podrían extinguirse en el próximo siglo, según afirma la organización Alianza Manglar.
Hace 20 años, la Pastoría era un ecosistema saludable con una abundancia que proveía a unos 2.000 pescadores y sus familias de alimento y recursos económicos. Sin embargo, la situación que se vive hoy es completamente diferente. La laguna se encuentra casi sin vida, su agua está contaminada y cada vez es más difícil para los habitantes de Zapotalito y de otras cuatro comunidades cercanas, sobrevivir de la pesca. “La falta de producción de peces hace que muchas personas migren, y las que no se van se han tenido que hacer cargo de sus hogares”, explica Angélica Gómez del Fondo Semillas, organización feminista que ha ofrecido apoyo a la cooperativa de pescadoras desde que se fundó.
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