Las sanciones impuestas por la administración del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, a la Corte Penal Internacional (CPI) y a su personal, especialmente al fiscal jefe Karim Khan, han tenido un impacto significativo en las capacidades del tribunal, según lo indicado por el propio organismo. El personal de la CPI revela que estas restricciones han complicado severamente las funciones esenciales del tribunal, lo que incluye la búsqueda de justicia para las víctimas de graves violaciones de derechos humanos, particularmente crímenes de guerra.
Las sanciones, que fueron anunciadas en febrero, surgieron como respuesta a las órdenes de detención emitidas por la CPI en noviembre contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el exministro de Defensa, Yoav Gallant. En esas medidas, Trump especificó que se prohibía la entrada a Estados Unidos a Khan y a otros funcionarios del tribunal, lo que ha ocasionado que Khan enfrentara problemas significativos en su ejercicio profesional. Por ejemplo, ha perdido el acceso a su correo electrónico de Microsoft y sus cuentas bancarias en el Reino Unido han sido bloqueadas.
La gravedad de las sanciones va más allá de la prohibición de entrada; incluyen amenazas de prisión y multas para cualquier entidad que ofrezca apoyo financiero o material a Khan, además de advertencias para los empleados estadounidenses sobre posibles detenciones al regresar a su país.
Más allá de las sanciones, el tribunal se enfrenta a la parálisis en investigaciones clave, no solo en relación con el caso de los líderes israelíes. Actualmente, la CPI también tenía en curso un examen de las atrocidades en Sudán, que incluía órdenes de detención contra el expresidente sudanés Omar al-Bashir por genocidio. Sin embargo, este trabajo ha quedado en suspenso después de que el fiscal del caso, Eric Iverson, presentara una demanda contra la administración Trump buscando protección ante las sanciones.
A esto se suma un entorno aún más turbulento para la CPI, ya que ha surgido un escándalo relacionado con acusaciones graves de mala conducta sexual contra Karim Khan. En torno a estas acusaciones, que incluyen coacción sexual, se ha generado un debate inevitable sobre el funcionamiento interno del tribunal y la protección de su personal.
Los abogados de Khan han rechazado las acusaciones, calificándolas de “categóricamente falsas”. No obstante, las alegaciones han planteado preocupaciones respecto a la gestión y las dinámicas de poder dentro del personal de la CPI, incluyendo represalias contra quienes hayan apoyado a la presunta víctima. La entrega de un informe sobre esta situación por parte de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna de la ONU se anticipa para los próximos meses.
La situación actual de la CPI es compleja, marcada no solo por las sanciones y su impacto en la búsqueda de justicia, sino también por la creciente presión interna y acusaciones que amenazan su reputación y funciones. Este contexto de incertidumbre resalta la importancia del equilibrio entre la justicia internacional y la política global.
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