El expresidente Laurent Gbagbo ha vuelto a los terrenos políticos de Costa de Marfil con un nuevo proyecto político. Después de permanecer diez años en prisión en La Haya por cargos de crímenes de guerra, el antiguo líder del país africano ha decidido crear su propio partido político y participar en las próximas elecciones presidenciales. Su regreso ha sido acogido tanto con alegría como con recelo por la población, la cual aún recuerda el conflicto que él mismo provocó hace una década.
Gbagbo no solo se enfrenta al reto de reconstruir su imagen y la de su partido, sino también a las secuelas dejadas por la violencia postelectoral de 2010. En aquellos años, su negativa a abandonar el poder y reconocer los resultados de las elecciones presidenciales provocó una guerra civil que dejó más de 3.000 muertos y 500.000 desplazados. Aunque el expresidente ha pedido perdón por aquellos hechos, muchos marfileños aún sienten rencor hacia él y temen que su regreso desencadene una nueva ola de violencia.
Entre las preocupaciones más grandes de la población está el hecho de que Gbagbo pueda utilizar su nueva plataforma política para sembrar divisiones y reabrir heridas que aún no han cicatrizado. Asimismo, se teme que su figura polarizante genere caos electoral y termine invalidando los resultados de los comicios. Además, la presencia de Gbagbo en la escena política podría generar un aumento de la tensión étnica y religiosa, ya que muchos de sus seguidores pertenecen a grupos marginados y excluidos del poder.
Por otro lado, el regreso de Gbagbo ha despertado la simpatía de sus fieles seguidores, quienes lo ven como un líder carismático y comprometido con la lucha por la justicia y la igualdad. Para ellos, el expresidente representa una alternativa real a la élite gobernante, acusada en numerosas ocasiones de corrupción y nepotismo. Asimismo, algunos sectores de la opinión pública internacional han aplaudido su regreso como un signo de superación de la justicia selectiva y de la reconciliación nacional.
En definitiva, el resurgir político de Gbagbo en Costa de Marfil es un hecho que genera tanto esperanza como inquietud en la sociedad marfileña. Su candidatura, unida a la de otro histórico líder del país, Henri Konan Bédié, podría dar lugar a una dura batalla electoral que marcará el futuro político de la nación africana. Lo que está claro es que el fantasma de la división y la violencia aún acecha a Costa de Marfil, y que el camino hacia la reconciliación y la estabilidad política está aún por recorrer.
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