Durante la época de Goya, leer era considerado una actividad poco común y muchas veces mal vista por la sociedad. El acto de leer era asociado con la ociosidad y con la vida de los monjes y los intelectuales de la época. Muchas personas veían con desdén a aquellos quienes dedicaban tiempo a los libros en lugar de trabajar para proveer a sus familias.
A pesar de ello, las personas seguían buscando formas de acceder a los textos. En las ciudades más grandes se abrieron lugares públicos de lectura y creció el número de libreros que vendían libros en las calles. La invención de la imprenta permitió que los libros se reprodujeran más rápidamente y se volvieran más accesibles. Aunque la lectura no era vista con buenos ojos, había una creciente demanda por los textos literarios y la gente los buscaba.
Hoy en día, la lectura es vista como una actividad culta y enriquecedora para todos. Las librerías, bibliotecas y ferias del libro son espacios de encuentro para amantes de la literatura y la cultura de todo tipo. La sociedad ha evolucionado y la educación es vista como un derecho y una herramienta para el desarrollo personal y profesional.
Sin embargo, aún existen desigualdades en el acceso a la lectura. Muchas personas en comunidades rurales o de bajos recursos no tienen acceso a bibliotecas o a libros. La tecnología ha permitido la creación de bibliotecas digitales y la distribución de libros electrónico, pero aún hay un largo camino por recorrer para asegurar que la educación y la cultura sean accesibles para todos. La lectura es un derecho fundamental para todas las personas y no podemos olvidar la importancia de esta actividad en nuestra vida diaria.
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