La pista que delató al “talibán judío” vino de un celular de prepago. La señal satelital interceptada de un teléfono desechable fue el primer indicio que permitió encontrar a dos hermanos menores de edad que habían sido secuestrados por la secta extremista Lev Tahor en Nueva York y permanecían cautivos en un escondite inimaginable: San Miguel Tlaixpán, una comunidad de menos de 15.000 habitantes en el Estado de México. Tres años y medio más tarde de su arresto, los dos miembros de mayor jerarquía en la cúpula del grupo ultraortodoxo han sido sentenciados a 12 años de cárcel en Estados Unidos por los delitos de secuestro y tráfico sexual.
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