Lo divino del teatro es sentir como en cada función florecen los nervios como la primera vez ante un público, Óscar Narváez forma parte de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) que este año cumple cinco décadas de existir y mantener vivo el arte en México. Tras 49 años de carrera, Narváez menciona “Es el reto de todos los días” y “Las funciones pasadas no importan, lo importante es la función de hoy”.
Es una fría mañana de otoño y los obreros trabajan en la preparación del escenario en la pequeña sala que la Compañía tiene en su sede, una vieja y laberíntica casona, localizada en Coyoacán, el barrio de Ciudad de México que es refugio de artistas. La rutina maravillosa se repite en cada puesta en escena, como si se tratara de un cuento de hadas narrado eternamente: martilleos, muebles de utilería arrastrados por el entarimado, gritos de los trabajadores, órdenes del director de escena, luces que se apagan y encienden, pasos que no cesan. Y en los salones de ensayo los actores que preparan sus diálogos, que entrenan su interpretación. “Hay toda una preparación, una dedicación, una entrega, una disposición para que la función de esta noche sea siempre la mejor”, recalca el actor Narváez, quien lleva más de tres décadas actuando en obras montadas por la Compañía.
Narváez comenzó a interpretar en la Compañía Nacional de Teatro en 1977, cuando a través de un decreto oficial se formó el proyecto, que además lo dotó de fondos públicos. Hasta entonces, la compañía era una iniciativa de un conjunto de actores, que habían decidido crearla en 1972. El apoyo público permitió contratar personal, hacerse con un grupo fijo de actores, establecer más obras para cada temporada y contar con una sede. Y es así como México se convirtió en el segundo país de Latinoamérica en contar con una compañía de teatro pública. La otra es la Comedia Nacional de Uruguay. “El teatro público en México ha sido un proyecto de décadas, un proyecto constante”, dice Aurora Cano, directora artística de la Compañía. Cano es la primera mujer en ocupar ese cargo en las cinco décadas de la CNT. “El solo hecho de poder contar con una compañía nacional, con un elenco de las características de este elenco, que son actores de altísimo nivel, es un privilegio estructural y creativo. Es un potencial creativo enorme, aunque si bien no es el momento de mayores recursos en términos de producción”, afirma la directora.
A pesar de los recortes que pasa el sector de Cultura bajo el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la Compañía no para en sus producciones y cada temporada ofrece a las audiencias una selección de obras interpretadas por sus 54 actores. En la CNT han trabajado los grandes nombres del teatro mexicano, incluido Alejandro Luna, recientemente fallecido, considerado el gran innovador de la puesta en escena de su país y durante sus 50 años de carrera fue el creador de la escenografía e iluminación para más de 250 obras de teatro, 25 de ópera y 10 coreografías. De hecho, los amantes del teatro pueden todavía disfrutar del trabajo de Luna, porque la CNT presenta El convivio del difunto, el último diseño de escenografía del artista mexicano.
Para el actor Óscar Narváez recodar tantos años dentro de la Compañía es hacer un viaje de nostalgia. Son 35 años interpretando personajes en la CNT, con una “infinidad de obras”, dice, que han sido “importantísimas para mí”. Recuerda cuando le tocó el papel del rey de las hadas, Oberón, en la obra de William Shakespeare El sueño de una noche de verano. O a Sebastián Santander en Los grandes muertos, escrita por Luisa Josefina Hernández. También fue el avaro Shylock en El Mercader de Venecia. Pero una de las interpretaciones que más le remueven los recuerdos es una suerte de Robin Hood mexicano. “Uno de los papeles más importantes que he hecho dentro de la Compañía Nacional de Teatro fue el personaje de Chucho El Roto, en una obra de Emilio Carballido que se llamó Tiempo de ladrones. Me tocó hacerla en 1984. Robaba a los ricos para darle a los pobres. Y este es un personaje mítico del imaginario mexicano”, explica el actor.
Durante estos 50 años de historia cada dirección artística ha dejado su impronta en la Compañía, pero siempre en una lucha por mantenerla viva y que el telón no deje de subir. Ahora Aurora Cano ha tomado el relevo y, dice, quiere dar un nuevo aire al trabajo de la CNT. “La compañía siempre ha garantizado el acceso al gran repertorio universal, clásico y clásico contemporáneo. También ha estado la promoción y la difusión del patrimonio dramático nacional. Yo estoy abriendo una tercera línea que llamo ‘dialéctica de la diversidad’, que tiene que ver con una especie de laboratorio de nuevos lenguajes, pero que integran la multiculturalidad de México”, dice Cano. Así explica la directora los cambios que quiere implementar: “México es un país pluricultural y desde mi punto de vista, históricamente el teatro ha sido muy canónico en un sentido más europeo, pero un país con la historia y la diversidad cultural de México debe hacer un ejercicio de sincretismo en cuanto a lenguajes de representación, en cuanto a temas, en cuanto a indagar un poco más dentro de la propia estructura fundacional de lo que es. Siento que una Compañía Nacional es el espacio, digamos, idóneo para poder hacer este tipo de procesos de investigación”.
Es lo que lo tocó hacer cuando la CNT celebró a lo grande sus 50 años en el Palacio de Bellas Artes. La compañía puso en escena fragmentos de 14 de sus producciones más emblemáticas y eso necesitaba horas de hurgar no solo en la propia historia, sino en el contexto de cada obra. El trabajo fue un éxito y el público que llenó Bellas Artes lo celebró con una larga ovación.
Son los grandes triunfos de un proyecto que funciona como una orquesta muy bien coordinada, a pesar de las turbulencias económicas. “No es el momento en el que hay un proyecto que específicamente esté abocado a, digamos, impulsar un proyecto cultural. Sin embargo, la historia de México es tan poderosa en términos culturales y las estructuras son tan fuertes que sigue siendo a nivel regional una potencia y la Compañía es una muestra de ello”, dice su directora, Aurora Cano. La muestra de eso es la cartelera renovada, novedosa, muy bien curada y con valiosas puestas en escena que cada temporada presenta la CNT. Y, claro, con su elenco de actores como Óscar Narváez, que cuando se sube el telón tiembla como si fuera su primera vez. “Un actor siempre debe estar en la disposición de aprender. En cada puesta en escena. ¡Ay de aquel actor que diga que lo sabe todo! Porque cuando alguien piensa que lo sabe todo está muerto”, afirma Narváez.
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