La avenida de Mohamed V, arteria central de Rabat, vivió una explosión de bullicio la noche del martes tras la victoria in extremis de Marruecos sobre España, que llevó a su selección de fútbol hasta cuartos de final en un Mundial por primera vez en su historia. Enfundado en la camiseta nacional roja, el rey Mohamed VI se sumó a la fiesta desde el interior de un vehículo, entre los miles que hacían sonar sus bocinas en la multitudinaria celebración popular, según imágenes difundidas por el portal digital Le Desk. El monarca alauí alabó a los jugadores por haber estado “a la altura de las expectativas y aspiraciones del pueblo” y les pidió “mantener el rumbo”.
Familias con niños, mujeres jóvenes con banderas, aficionados veteranos y muchísimos muchachos en la adolescencia se apoderaron con júbilo, en medio de una discreta presencia policial, de la gran vía rabatí en la que tiene su sede el Parlamento. Se contaban por decenas de miles. Por esa misma calzada había discurrido solo dos días antes la mayor marcha de protesta registrada en los últimos tiempos en Marruecos, con hasta 3.000 manifestantes clamando contra “la subida de los precios (7,1% de inflación anual) y la opresión”, ante un gran despliegue de las fuerzas de seguridad.
La marcha convocada por el Frente Social Marroquí, que engloba a varios partidos de la izquierda, sindicatos y asociaciones de funcionarios y organizaciones de defensa de los derechos humanos, denunciaba el deterioro de los servicios sociales y públicos, así como “las detenciones políticas”, entre ellas las de periodistas, intelectuales y disidentes, según informa Efe. La manifestación concluyó sin incidentes.
Los triunfos futbolísticos de los Leones del Atlas se presentan como una nota positiva, como “claros” en la oscuridad de la tormenta, según la analista financiera Fátima Uriaghli, en el portal económico La Quotidienne. “El fútbol ha conseguido hacernos olvidar las decepciones a nivel económico. La clasificación del equipo nacional parece un paréntesis encantado en este sombrío contexto”, considera esta experta.
“La magia del balompié ha fraguado una comunión, en una alegría indescriptible, de millones de marroquíes. Políticos y sociedad civil, trabajadores y empresarios, ciudadanos… todos han dejado sus divergencias y diferencias para exhibir con orgullo unidad en un júbilo colectivo. Además, ha empezado a llover”, concluía la argumentación la analista Uriaghli.
Por orden del rey Mohamed VI, comendador de los creyentes, el Ministerio de Asuntos Islámicos había organizado la semana pasada oraciones rogativas en las mezquitas y lugares de rezo del reino “para implorar al Todopoderoso” la llegada de “lluvias benefactoras en señal de misericordia”. Los chubascos otoñales han regresado con regularidad en la última semana a Marruecos, que está sufriendo la sequía más intensa en tres décadas, según advirtió el propio monarca en un discurso el mes pasado.
Las reservas en los pantanos se hallan ligeramente por encima del 30%. Columna Digital norteafricano teme, con el descenso de la pluviometría del 10% y el aumento de las temperaturas superior a un grado previstos dentro de dos décadas, una pérdida del 25% de la disponibilidad de agua para regadíos en un sector primario que concentra el 14% del Producto Interior Bruto (PIB).
“El éxito ha llamado al éxito”, celebraba los buenos resultados en Qatar un artículo editorial en L’Economiste. “El equipo ha demostrado que puede jugar con los más grandes sin complejos, sea quien sea el adversario”, se vanagloriaba el principal diario del mundo de los negocios y las finanzas. “El mundo ha descubierto (a través del fútbol) a un país unido tras su selección. No hay mejor publicidad posible (…) para promover las inversiones y el turismo. Y no solo en el extranjero, también en el frente interno para quienes se inclinan por el escepticismo”, desgranaba las razones para aprovechar el tirón que representa el buen hacer de los Leones del Atlas para la imagen del Marruecos. “Ahora se abre ante nosotros una gran ventana de oportunidad”, concluía L´Economiste.
Un partido jugado en casa con el aplauso de la diáspora
Por si fuera poco, el equipo rojiverde jugó ante España en casa en Qatar, donde viven cerca de 10.000 migrantes marroquíes, respaldado por unos 40.000 seguidores llegado desde Marruecos y países de su diáspora. Y, sobre todo, jugando como el único país árabe en competición en la segunda ronda. Las celebraciones de los éxitos de Marruecos en el terreno de juego han servido además para reforzar los lazos entre los más de 37 millones de habitantes asentados en su territorio y los al menos cinco millones de miembros de la diáspora: unos 1,2 millones en Francia, cerca de 800.000 en España, y entre 400.000 y 300.000 en Italia y Bélgica, respectivamente.
Muchos de ellos han adquirido la nacionalidad de sus países de residencia. El equipo que ha apeado a la Roja del Mundial de Qatar resume bien esta nueva identidad, de la que muchos marroquíes se sienten orgullosos. Entre los 26 jugadores convocados en Qatar, 14 han nacido o vivido en países europeos. Bono, portero del Sevilla, fue el héroe en la tanda de penaltis. Achraf Hakimi, del PSG, que marcó el tanto definitivo de los Leones del Atlas, nació en en la capital española, donde se formó como futbolista.
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