#LosSaicos | Con una placa fijada en uno de los muros exteriores de un edificio en una provincia de Lima que dice “En este lugar nació el movimiento punk rock en el mundo”, escrita en mármol que ha generado miles de debates, debido a que se discute que los principios de este género musical no comenzó ni en las calles de Nueva York ni en Camden, si no, en este pequeño lugar que en 1964 se formó la banda peruana “Los Saicos“. Integrada por el cantante y guitarrista Erwin Flores, el guitarrista Rolando ‘Chino’ Carpio, el baterista Pancho Guevara y el bajista César Castrillón, fueron los primeros en tocar este tipo de música que ahora es conocida a nivel mundial por todos.
Todos conocen a Papi Saicos, el cual concedió una entrevista cuando visitó México para su presentación en el festival de punk Monkey Bee.
Encender la mecha del punk fue una serendipia. Castrillón asegura que ellos nunca quisieron inventar nada; Los Saicos solo querían hacer rock and roll, dar conciertos en su barrio y llamar la atención de “las chicas bonitas de su barrio”. Con apenas 17 años, no tenían instrumentos ni formación musical para cumplir su cometido. La mayoría de ellos ni siquiera contaba con la aprobación de sus padres. Flores fue el único que tuvo el apoyo de su madre, y fue ella quien se dedicó a conseguir los instrumentos para el resto de los integrantes. De esa inexperiencia y de su innata rebeldía, surgió un sonido un tanto similar al rock and roll, pero que a leguas se diferenciaba de las baladas que componían bandas como Los Beatles o artistas como Elvis Presley. Anticipándose a los años de inestabilidad social y política que hasta la fecha reinan en Perú, el conjunto clamaba por la demolición de la hegemonía de las clases dominantes. “Yo siempre he estado del lado de los pobres, y Los Saicos siempre quisimos que nuestra música fuera cercana a las clases populares peruanas”, explica Castrillón.
La rebeldía original fue de corto aliento. Tras un par de años y poco más de una docena de canciones grabadas, Los Saicos colgaron sus instrumentos y siguieron adelante con sus vidas. “Siento que no tuvimos la difusión suficiente, y poco a poco fuimos perdiendo el entusiasmo”, cuenta el bajista, que después de su tiempo en la banda, emigró a Estados Unidos y se dedicó a la construcción. Fue hasta 1998 que una persona, a quien Castrillón se ha limitado en identificar como “un pirata”, llevó algunos sencillos de la banda a Madrid para reproducirlos en estaciones de radio españolas e incluirlas en una compilación de rock sudamericano de los sesenta. La música de los peruanos, que había permanecido más de 30 años almacenada en la memoria de unos cuantos, llamó la atención de numerosos melómanos y especialistas musicales. Aquello no era rock and roll, aquello eran las raíces del punk, y habían surgido una década antes que las primeras grabaciones de bandas como The Ramones, The Sex Pistols o The New York Dolls.
A principios del siglo XXI, la fama de Los Saicos se disparó. Sus canciones pasaron a ser clásicos del punk y ellos se convirtieron en ídolos de un movimiento que ni siquiera conocían. “En su momento yo nunca escuché a The Ramones, no sabía qué era el punk, es más, ya ni siquiera me acordaba de la mayoría de nuestras canciones. Pero un día nos invitaron a un concierto en nuestro honor en Lima, y me sorprendió ver a todas las bandas peruanas que interpretaban nuestra música”, cuenta Castrillón, a quien no le gusta reconocerse como uno de los padres del punk: “Nosotros no sabíamos lo que hacíamos, sonábamos diferente y ya está, nunca esperamos llamar tanto la atención”.
La rebeldía no se ha extinto para Papi Saicos, únicamente se ha transformado. A sus 77 años, las antiguas costumbres de auténtico desmandado de los sesenta, como las carreras clandestinas de autos y los largos tragos directamente de la botella, quedaron muy atrás. Ahora lo que le apetece es “un buen vino en un restaurante italiano”, aunque eso, asegura, no cambia su mentalidad ni el mensaje de sus canciones. Ya casi no toca el bajo, hoy en día se dedica principalmente al canto, y sus conciertos, acompañado por una banda integrada por tres músicos estadounidenses, un mexicano y una alemana, siguen llenando los escenarios de donde sea que se presenten. Castrillón no deja de sorprenderse de que cada vez más y más jóvenes se interesen por la música de Los Saicos: “El otro día se acercaron a mí las chicas de una banda mexicana llamada Margaritas Podridas, muy talentosas, por cierto. Estuvimos platicando y nos sacamos fotos juntos. La rebeldía del punk se queda en buenas manos siempre y cuando gente como ellas sigan haciendo música”.
El pasado 10 de diciembre en Naucalpan, en el Estado de México, Papi Saicos fue uno de los cabezas de cartel del festival de punk Monkey Bee. Vestido con un elegante conjunto obra del diseñador mexicano Aarón Jiménez, Castrillón y su banda interpretaron ante cerca de un millar de personas todos los éxitos de los peruanos. Los años han pasado, y a pesar de la muerte Rolando Carpio en 2005 y de Pancho Guevaro en 2015, y la enfermedad que ha alejado a Erwin Flores de los escenarios, el legado de Los Saicos permanece con vida en la voz de Castrillón y de los miles de seguidores que siguen gritando al unísono “¡Ta-ta ta-ta, ya-ya-ya-ya!…¡Demoler, demoler, demoler, demoler. Echemos abajo la estación del tren!”.
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