Ribadeo está anclado en la orilla occidental de una verde y frondosa ría. En 1989, el municipio lucense amplió los muelles de su pequeño puerto, lo que modificó la línea de costa y las corrientes marinas que se adentraban en este estuario que comparten Galicia y Asturias. La inesperada fuerza de las aguas durante las mareas comenzó a horadar el fondo arenoso y en 2011 afloraron unas desconcertantes piedras volcánicas nunca vistas y unos objetos cerámicos que no se correspondían con los tradicionales de la zona.
El Museo del Hombre de París determinó pronto que las rocas procedían del lejano Vesubio (Nápoles, Italia), lo que permitió a los arqueólogos darse cuenta de a lo que se enfrentaban: eran el lastre que se colocaba en las bodegas de los galeones para mantener su estabilidad. El San Giacomo di Galizia, la nave de guerra del siglo XVI mejor conservada del mundo, acababa de ser localizado a solo ocho metros de profundidad.
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Diez años después, y tras cinco campañas de excavación y toma de datos, la última en junio, los secretos de la capitana de la escuadra que en 1597 intentó el asalto de Inglaterra empiezan a desvelarse ante la admiración de los especialistas dirigidos por el arqueólogo Miguel San Claudio. Provienen de las universidades de Texas (EE UU), Nova de Lisboa (Portugal), Trinity Saint David (Gales), Valencia, el Institute of Nautical Archaeology de Texas, el CSIC y el Maritime Archeology Trustde Southampton (Reino Unido).
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El primer intento de invasión de Inglaterra, en 1588, fracasó por las condiciones meteorológicas. De los 137 barcos que Felipe II envió para provocar la rebelión de los católicos en el reino anglicano, 35 no regresaron. El temporal afectó principalmente a las naves adaptadas a la navegación en el Mediterráneo y que no estaban preparadas para el Mar del Norte. Por eso, el monarca se dio una segunda oportunidad ocho años después, en 1596: una flota mayor que la anterior (196 barcos) lo intentaría de nuevo.
El imperio no contaba esos años con una flota real, así que a Felipe II solo le quedaban dos opciones: requisar barcos o alquilarlos (“contrato de asiento”, se llamaba en la época). El croata Pedro de Ivella le ofreció 12 naves de guerra, la escuadra de la República de Ragusa (Dubrovnik), de la que él sería el almirante y que capitanearía el San Giacomo di Galizia. Inicialmente, el San Jerónimo iba a ser la capitana, pero se hundió en aguas de Corcubión, en plena costa de la Muerte en octubre de 1596.
Todos los que trabajan aquí son voluntarios, porque no hay fondos de las administraciones gallega y nacional. Poco más que decir
Fernando Suárez, alcalde de Ribadeo