El expresidente Lula da Silva se instaló durante toda esta semana en un hotel de lujo Brasilia para reunirse con diputados y embajadores. Busca apoyos y aliados con la vista puesta en las presidenciales del año que viene. Es la primera vez que el líder de la izquierda brasileña viaja a la capital desde que el Tribunal Supremo anuló las condenas que le llevaron a prisión. Recibida la segunda dosis de la vacuna de la covid, retoma los contactos en persona que tanto le gustan. Desembarca en la ciudad justo cuando la oposición ha logrado un escaparate para exigir cuentas al presidente Jair Bolsonaro por su gestión de la pandemia.
Lula, de 75 años, está dedicado de lleno a hacer política como en los viejos tiempos tras el paréntesis impuesto por su condena y prisión por el escándalo Lava Jato. De todos modos, no confirma si será el candidato del Partido de los Trabajadores (PT). Dice como un mantra que, si tiene salud, estará disponible.
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