Con el año recién comenzado, Netflix estrenó sin demasiada fanfarria los primeros cinco capítulos de la serie francesa Lupin. El entretenimiento y la evasión que ofrecía la historia del ladrón de guante blanco aficionado a las aventuras literarias del caballero ladrón Arsène Lupin. Interpretado por el carismático Omar Sy, la convirtieron en un éxito rotundo.
Más allá del acto de fe que hay que hacer con las cifras de audiencia facilitadas por la propia plataforma (asegura que la han visto 76 millones de espectadores en todo el mundo —que han visto al menos dos minutos, para ser más exactos—, y que es la serie de habla no inglesa más vista de la plataforma y su mayor éxito en lo que va de 2021), el tirón de la producción, que se expandió sobre todo a través del boca a boca, fue evidente.
La estrategia de lanzar solo cinco episodios y guardar otros tantos para pocos meses después ha permitido a Netflix alargar el éxito sin hacerse mucho de rogar y llegar a la segunda parte (estrenada el viernes) con el interés todavía en alto.
La nueva entrega recupera la trama en el punto exacto donde se quedó la aventura de Assane Diop para intentar vengar la muerte de su padre, víctima de una conspiración liderada por el millonario Pellegrini. Esa es una de las buenas decisiones de esta creación del guionista George Kay: en lugar de optar por una adaptación al uso de las novelas de Maurice Leblanc (libros reeditados recientemente por editoriales como Roca Editorial y Anaya para aprovechar el tirón de la serie), ha ideado una historia nueva y actual que homenajea al material literario original pero sin plasmarlo tal cual.
El balance entre drama y acción está bien conseguido, aunque se le puede achacar cierta falta de profundidad en temas sociales que sí asomaron en la primera temporada. La buena presentación que fue la primera tanda de capítulos permite ahora al protagonista apoyarse más en otros personajes, como Ferel, su fiel amigo de la infancia, y el detective Youssef Guedira, el primero que supo ver la conexión entre Diop y Lupin. También gana presencia el villano Pellegrini, un personaje sin embargo más plano, casi caricaturesco.
Las imágenes y el ritmo encuentran un gran apoyo en la banda sonora compuesta por Mathieu Lamboley, que consigue que el último capítulo tenga incluso cierto aire de película de Hitchcock. Y la acción en el presente se sigue cimentando en los flashbacks de la adolescencia de Assane para entender mejor de qué polvos vienen estos lodos.
Lo que debe tener claro el espectador de Lupin es que está ante un entretenimiento, un producto de evasión que pide, exige, no darle muchas vueltas a la trama. Tanto en la primera como, sobre todo, en la segunda parte de Lupin, los continuos giros de guion, que se presentan como sorprendentes, no lo son tanto. Termina cansando la sensación de que Diop va siempre varios pasos por delante de todos. El guion de la serie se sustenta sobre la premisa de que el espectador entre en el juego y se deje hacer trampas una y otra vez, un pacto que puede tener un límite y que exige que en su ya confirmada tercera temporada la historia se proponga ir más allá.
De momento, si se acepta el juego y no se da muchas vueltas a los posibles agujeros de guion y a esas sorpresas que se ven venir, el resultado es un entretenimiento palomitero sin más pretensiones que hacer pasar un buen rato —y mostrar la mejor cara de París— que funciona muy bien.
Lupin
Creador: George Kay.
Intérpretes: Omar Sy, Vincent Londez, Ludivine Sagnier, Hervé Pierre.
Género: drama, acción. Francia,2021.
Duración: Dos partes de cinco capítulos cada una. Renovada para una tercera temporada.
Plataforma: Netflix.