El presidente francés, Emmanuel Macron, abrió este jueves una nueva etapa en la compleja relación de Francia con Ruanda al reconocer la “responsabilidad abrumadora” de su país en el genocidio de 1994. En un discurso en Kigali, la capital ruandesa, Macron rechazó toda complicidad francesa en el asesinato de más de 800.000 ruandeses de etnia tutsi a manos del régimen en manos de líderes de la etnia hutu, pero admitió que París, aunque fuese de forma inconsciente, tuvo un papel en el “engranaje que condujo a lo peor”.
“Al estar hoy aquí con humildad y respeto a vuestro lado, vengo a reconocer nuestras responsabilidades”, dijo el presidente de la República en un discurso de 14 minutos en el Memorial Gisozi. Allí están inhumados los restos de 250.000 víctimas del genocidio perpetrado hace 27 años por un régimen que durante años contó con el apoyo político y militar de Francia. Desde entonces, el papel de París y las resistencias francesas a asumir sus responsabilidades envenenan las relaciones entre París y Kigali.
Macron pronunció un discurso breve y denso destinado a marcar un momento clave en la política de la memoria que ha decidido colocar en el centro de su acción presidencial. El jefe de Estado francés sostiene que su país necesita “una mirada desacomplejada y lúcida” sobre las sombras de su pasado, sin caer en el “arrepentimiento”. En los últimos meses, se han publicado sendos informes de historiadores, encargados por el presidente; uno sobre la guerra de Argelia entre 1954 y 1962, que todavía marca y divide Francia, y otro sobre Ruanda.
Una de las incógnitas respecto al discurso de Kigali era sin Macron pediría excusas o perdón, cuestión delicada puesto que la derecha y la extrema derecha le acusan con frecuencia de caer en el arrepentimiento y la autoflagelación sobre la historia nacional. En el caso de Ruanda, se añade la incomodidad de los antiguos colaboradores del socialista François Mitterrand, presidente entre 1981 y 1995 y responsable último de los errores de Francia en Ruanda, según el informe encargado por Macron y publicado en marzo bajo la dirección del historiador Vincent Duclert.
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