Maduro advierte que luchará militarmente

En un momento crucial para las relaciones entre Caracas y Washington, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha lanzado un contundente mensaje cargado de advertencias ante el reciente despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe. En su última rueda de prensa, Maduro acusó al país norteamericano de intentar provocar un “cambio de régimen” en Venezuela, describiendo el movimiento militar como una amenaza “extravagante, injustificable, inmoral y absolutamente criminal”.

El contexto de estas declaraciones se enmarca en el aumento de tensiones bilaterales, derivadas del significativo despliegue de fuerzas navales estadounidenses, que incluye una flota compuesta por ocho buques de guerra y un submarino de ataque nuclear. Las autoridades de Estados Unidos han señalado que esta operación tiene como fin la lucha contra los cárteles de narcotráfico en la región, aunque analistas han expresado dudas sobre la efectividad de esta estrategia, argumentando que la mayoría del narcotráfico hacia Estados Unidos utiliza rutas del Pacífico, no del Atlántico.

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Maduro no escatimó esfuerzos para enfatizar la seriedad de la situación, alegando que Venezuela enfrenta la mayor amenaza en un siglo. Resaltó que, ante cualquier agresión, su gobierno no titubearía en pasar “de inmediato a la fase de la lucha armada”, comprometiéndose a defender no solo el territorio nacional, sino también la historia y el pueblo venezolano. Aseguró que Venezuela no cederá ante chantajes ni amenazas de ningún tipo.

Desde el punto de vista interno, el presidente venezolano informó sobre la activación de una “máxima preparación” y la movilización de su milicia nacional, que cuenta con 8.2 millones de integrantes, según sus cifras. Además, se destinarán 15,000 soldados a la frontera con Colombia, en un esfuerzo por combatir grupos narcotraficantes.

En medio de este clima tenso, Maduro dejó entrever la posibilidad de un acercamiento diplomático, manifestando su interés por reactivar los “maltrechos” canales de comunicación con representantes estadounidenses que se encuentran en Bogotá. Este escenario plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre ambos países, que ya se encuentran gravemente deterioradas.

La reciente situación también ha atraído el apoyo del presidente de Guyana, Irfaan Ali, al despliegue estadounidense, lo que añade otra capa de complejidad a un panorama geopolítico ya convulso. Con el telón de fondo de estos desarrollos, el mundo observa atentamente cómo se desenvuelve esta frágil dinámica entre dos naciones profundamente enfrentadas.

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