El primer ministro de Canadá, Mark Carney, ha ido más allá de las expectativas tras juramentar a su gabinete, comprometiéndose a proteger la soberanía del país en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos. En una ceremonia celebrada en Ottawa, Carney enfatizó que su administración trabajará “sin descanso” para redefinir la relación económica y de seguridad con su vecino del sur, especialmente frente a la administración de Donald Trump, que ha mostrado actitudes agresivas hacia Canadá.
Con una victoria en las urnas que le otorgó al Partido Liberal 170 asientos en el Parlamento, Carney hace su entrada al cargo con un mandato claro. Aunque está por debajo de la mayoría requerida para gobernar cómodamente, su posición le proporciona una influencia significativa para aprobar reformas. Ante los desafíos del momento, incluidos los aranceles impuestos a productos canadienses que han afectado el mercado laboral, el primer ministro se ha mostrado firme. En respuesta a la insinuación de Trump de que sería “un maravilloso matrimonio” si Canadá se convirtiera en el estado número 51 de EE. UU., Carney reafirmó que su país “no estará en venta nunca”, reflexionando sobre la hostilidad generalizada entre los canadienses hacia una unión política con Estados Unidos.
En la formación de su gabinete, Carney ha mantenido a figuras clave que han jugado papeles determinantes en las negociaciones con la administración Trump. Dominic LeBlanc, reconocido por su capacidad de diálogo con el secretario de Comercio estadounidense, asumirá el cargo de ministro responsable de Comercio Canadá-EU. Además, la exministra de Exteriores, Melanie Joly, ha sido nombrada en Industria, mientras que Anita Anand formaliza su rol como nueva jefa de la diplomacia canadiense. El ministro de Finanzas, Francois-Philippe Champagne, continúa su trabajo, manteniendo continuidad en esa crucial área.
Uno de los movimientos más significativos dentro del gabinete incluye la creación de un nuevo ministerio enfocado en inteligencia artificial, un paso que refleja la intención de Carney de transformar la economía de Canadá. Su fuerte llamado a crear “la economía más fuerte del G7” se traduce en una visión ambiciosa que busca no solo resistir las influencias externas, sino fortalecer internamente la capacidad económica del país.
Desde su asunción el pasado 14 de marzo, Carney ha trazado una línea clara de distinción respecto a la gestión de su predecesor, Justin Trudeau, quien enfrentó creciente impopularidad tras una década en el poder. La gobernadora general, Mary Simon, representante del Rey Carlos III, estuvo presente en la ceremonia, marcando un era de nuevas expectativas y desafíos en la política canadiense.
Con el Parlamento en receso, se anticipa el regreso el 26 de mayo, donde el Rey se dirigirá al país en un discurso solemne, algo inusual que refleja la relevancia de este momento histórico en Canadá. La escena política parece lista para un capítulo lleno de decisiones críticas que determinarán el futuro de las relaciones entre Canadá y Estados Unidos, así como el desarrollo interno del país. La situación es una mezcla de desafío y oportunidad, y los canadienses observan atentamente cómo evolucionarán los acontecimientos en los próximos meses.
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