Decenas de soldadores indios, paquistaníes y marroquíes se afanan noche y día en la entrada de Rabat, junto al río Buregreb, para levantar el rascacielos más alto de África, la llamada Torre Mohamed VI, que lleva el nombre del rey de Marruecos. La mole medirá 250 metros y se podrá ver desde 50 kilómetros a la redonda, algo sin precedente en el Magreb. El primer tercio estará consagrado a oficinas, el segundo a un hotel de lujo y el tercero a viviendas.
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La torre es ya un símbolo de la pujanza de un Estado que ama los grandes símbolos. Las obras comenzaron en noviembre de 2018 y su fecha prevista de entrega es a principios de 2023. El promotor del proyecto es el Banco de África, con capital marroquí, y el coste aproximado es de 300 millones de euros. El arquitecto español Rafael de la Hoz, de 66 años, es responsable del diseño junto a su colega marroquí Hakim Benjelloun. De la Hoz explica desde Madrid: “Sé que mucha gente tuvo dudas sobre si se iba a hacer, pero ahí está. Se trata de una inversión formidable cuyo objetivo es desarrollar esa zona del río Buregreb, la conexión entre las ciudades de Rabat y Salé”.
Enfrente de la torre se alza el Gran Teatro de Rabat, como una enorme ballena blanca varada en la otra orilla del Buregreb. Lo ha diseñado el equipo de la arquitecta Zaha Hahid, la primera mujer que logró el premio Pritzker. Su coste estimado es de 200 millones de euros. Está prácticamente terminado, pero sin inaugurar. Algunas voces críticas, como el periodista Alí Amar, director del sitio digital LeDesk, tachan esas obras de faraónicos “elefantes blancos”. “¿Qué sentido tiene levantar ese rascacielos en Rabat, donde no hay empresas?”, pregunta. “¿Qué van a hacer, meter ahí dentro a toda la Administración marroquí? Y en cuanto al teatro: aquí no hay actividad cultural para llenarlo de contenido. Es un desperdicio de dinero”.
Marruecos se ha acostumbrado a ejecutar proyectos que nunca se habían acometido en el Magreb. En 2007 inauguró el puerto de Tánger Med y rompió el monopolio de Algeciras en el paso del Estrecho. Ese mismo año el consorcio Renault-Nissan instaló una megafábrica en la zona franca del puerto que generó 6.000 empleos directos y otros 30.000 indirectos; en 2016 comenzó a funcionar en el desierto la megaplanta termosolar Noor; en 2018 estrenó el primer tren de alta velocidad del norte de África, el más rápido del continente, construido por el grupo francés Alstom; en 2019 amplió el puerto del norte con la terminal Tanger Med II. Y al año siguiente, el puerto ya desbancaba a Algeciras en tráfico de contenedores. Ahora, los grandes proyectos comprometidos son la construcción de un puerto en la ciudad saharaui de Dajla y otro en Nador.
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