El Ejército de Mali ha elevado el número de militares muertos en ataques ejecutados en las ultimas horas, por personas armadas no identificadas en el centro del país, en medio del deterioro de seguridad durante los últimos años. Los constantes ataques contra el Ejército y los enfrentamientos entre los propios grupos armados, que han causado decenas de muertos según Naciones Unidas en uno de los meses más sangrientos de un conflicto que dura ya una década, pero la tendencia más preocupante es el incremento de la violencia contra la población civil por todos los bandos. La organización Human Rights Watch asegura que el Ejército de Malí, que ya opera con el apoyo de instructores rusos, es responsable de al menos 71 víctimas civiles en el presente año, extremo que el Gobierno militar maliense niega. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha llamado a Malí y sus socios internacionales a respetar sus “obligaciones internacionales” durante las operaciones antiterroristas.
La retirada de la Operación Barkhane de Malí, acelerada por el desacuerdo entre las autoridades de Bamako y el presidente francés, Emmanuel Macron, está en marcha. Las bases galas de Kidal, Tessalit y Tombuctú ya han sido traspasadas a las Fuerzas Armadas malienses y lo mismo ocurrirá en las próximas semanas con las bases de Gossi, Gao y Ménaka. Además, Barkhane ha visto limitada su capacidad de intervención aérea ante las trabas puestas por el Ejecutivo maliense.
Frente a esta reducción de la operatividad de Barkhane, la rama local de Estado Islámico ha pasado por un proceso de reorganización interna e intensificación de su actividad. Tras la muerte de su histórico líder Abu Walid al Saharaui a consecuencia de un ataque aéreo francés en agosto de 2021 y el fallecimiento de su número dos por causas naturales, el poder ha sido asumido por dirigentes jóvenes y muy violentos procedentes de las comunidades peul y árabe. Desde el pasado 21 de marzo esta rama local, antes llamada Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS), pasó a llamarse Provincia del Estado Islámico en el Sahel, lo que le da una mayor autonomía y apunta a una mayor relevancia en el seno de la organización terrorista.
Continúa el derramamiento de sangre y muerte en Mali
Estado Islámico es el responsable de los brutales ataques contra los pueblos de Tamalat e Insinane del 8 y 9 de marzo, en el que según diferentes fuentes fueron masacrados decenas de civiles de la etnia tuareg a los que acusaba de complicidad con el Movimiento de Salvación de Azawad (MSA), un grupo armado tuareg con el que mantiene frecuentes choques. Ambos grupos se enfrentan desde hace tres semanas en la región de Ménaka, provocando también miles de desplazados. EI reclamó la autoría de la muerte de 250 combatientes y civiles, mientras que fuentes del MSA elevaron la cifra de fallecidos a 400. Una semana más tarde, los yihadistas asumieron el ataque contra el puesto militar maliense de Tessit del pasado 14 de marzo, en el que fueron asesinados 33 soldados y 14 resultaron heridos, según informó el Estado Mayor del Ejército.
Además de Malí, Burkina Faso y Níger han sido escenario también de recientes ataques yihadistas. En este último país, un doble atentado cometido el 14 de marzo contra un autobús y un camión provocó la muerte de 21 civiles mientras que el pasado día 24 fueron asesinados seis militares en el pueblo de Kolmane de la conflictiva región de Tillabéri. En Burkina, la ciudad de Djibo, en el norte del país, está bajo el constante asedio de la rama local de Al Qaeda.
El Estado Islámico no es el único grupo terrorista que opera en la zona. El pasado 4 de marzo, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), vinculado a Al Qaeda, atacó el cuartel maliense de Mondoro y asesinó a 27 soldados, según un recuento gubernamental. En el comunicado en el que se atribuye esta acción, JNIM aseguró que se trataba de una venganza por la masacre de civiles cometida supuestamente por el Ejército maliense cerca de Diabaly, donde unos 35 sospechosos de colaboración con grupos yihadistas que estaban presos en un cuartel militar fueron ejecutados de manera sumaria y sus cuerpos quemados.
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