Ruge otra vez Carlos Alcaraz, que festeja en esta ocasión de rodillas, desbordado por la emoción de esta última victoria gabada a fuego. Enfrente, un hueso de impronta balcánica que niega, maldice y sucumbe ante el arsenal del español, convertido ya en el tercer semifinalista más joven del Masters 1000 de Miami por detrás de Felix-Augger Aliassime (18 años, 7 meses y 19 días) y Rafael Nadal (19, 9 y 27). El 6-7(5), 6-3 y 7-6(5) guía al tenista de El Palmar (18, 10 y 26) al cruce de este viernes (1.00, #Vamos) con el campeón del año pasado, el polaco Hubert Hurkacz. Han transcurrido 2h 23m y a Miomir Kecmanovic, vacío, solo le queda rendirse a la evidencia: el poderoso drive de su rival pesó más.
Acostumbrado a gobernar los partidos, esta vez Alcaraz tuvo que remar a contracorriente en el primer tramo y cambiar de traje. Incómodo, sin llegar a coger del todo el timing y sin tocar la bola como suele, partió con un 4-1 de desventaja y cedió espacio ante Kecmanovic, un serbio sin fisuras (22 años, 48º del mundo), de buenas hechuras y rostro inexpresivo que disfruta peloteando desde la trinchera. Orden, ritmo y control, inspirado desde ambos perfiles. Ahí hay jugador. Cercó al español durante media hora, hasta que Alcaraz despidió un alarido, liberó la tensión y enderezó su juego, ahora sí al abordaje. El arrebato llegó en forma de autorreproche. Reset.
“¡No, Charlie, nooooo! ¡Atentooooo!”, expulsó el murciano, tenista expresivo y astuto, confiado en ganarse en la grada a base de propuesta, juventud y el juego psicológico de enseñar con frecuencia el puño. Una y otra vez lo hizo conforme limaba diferencias y enviaba el mensaje de que no se iba a rendir, de que además de llevar el frac con estilo también sabe desempeñarse con el mono azul del trabajador. Del 1-4 al 4-4. Carbón y más carbón, palada tras palada para subrayar esa capacidad para rehacerse que tiene, el chico logró discutir el set y estuvo cerca de adjudicárselo, pero se quedó a un tris.
Si él es de mollera dura, al de Belgrado –dirigido por el argentino David Nalbandian, campeón en 2020 en Kitzbuhel (tierra) y finalista el curso previo en Antalya (hierba)– tampoco le falta sangre fría ni pierde el temple. Estuvo más fino en la resolución del tie-break y dio el primer mordisco al duelo. Viene también fuerte Kecmanovic, que en Australia progresó hasta los octavos y en Indian Wells hasta los cuartos, destinado a coger el relevo patrio de Novak Djokovic y consolidado ya como la segunda mejor raqueta de su país.
Pese a su consistencia, no pudo contener la embestida de Alcaraz en el segundo parcial. Debía dar un paso al frente el murciano, 18 años, y así lo hizo. Ahora sí, cogió el timón del pulso y empezó a sacudirle a la pelota como el sabe, de forma pendular, procurándose winners desde un costado y otro. Para él, la vida al ataque es la vida mejor. Break arriba (2-0) y sacando el brazo a pasear, equilibró y el partido se decidió en un tercer set a cara de perro, endurecido por el serbio, en modo frontón, y definido en un bonito tira y afloja en el que el ardor de Alcaraz prevaleció sobre la rocosidad del balcánico. Dos mundos. Así lo constata la estadística: los 52 ganadores del primero frente a los 19 del segundo, 40 errores por 16. Una ofensiva total del murciano en la red, con 29 aciertos en 34 aproximaciones.
Amenazó Kecmanovic, que dispuso de un 5-4 y 15-30 a su favor, primero, y que fue manejando jugosas rentas de dos puntos después (1-3, 2-4, 3-5…), en el desempate. Sin embargo, en la franja terminal se impuso la pegada y la osadía del español, un joven sin miedos que se divierte y compite a dosis iguales. Mientras otros se arrugan, él disfruta a la hora de la verdad; mientras a otros se les encoge el brazo, él castiga con dejadas. Es la expresión de Alcaraz, el talento al que apuntan todos los focos y que ahora deja huella en Miami.
Sin tregua y con un desgaste considerable, esta madrugada se batirá con el talludo Hurkacz, que privó al ruso Medvedev de recuperar el número uno del circuito. Se quedó a un paso el de Moscú, que tras la derrota en la final de Australia contra Nadal no termina de coger vuelo y no aprovecha la ausencia de Djokovic. Tampoco lo hace Alexander Zverev, apeado por Casper Ruud. El noruego (6-3, 1-6 y 6-3) se encontrará en la primera semifinal (19.00, Movistar) con el argentino Francisco Cerúndolo, beneficiado por el abandono de Yannik Sinner y señalado como el semifinalista con el ranking más bajo (103º) en la historia del torneo de Florida.
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