Conforme las rampas se recrudecen, en dirección a ese goloso desafío que supone París y todo lo que allí se cocerá en un futuro cercano, Rafael Nadal incrementa el paso y su tenis gana revoluciones para seguir sacándole brillo a una semana vitamínica que resuelve interrogantes. Con su victoria frente al grandullón Reilly Opelka (doble 6-4, en 1h 32m), el mallorquín atrapa su duodécima final en Roma, donde apunta a su décimo trofeo, y carga el depósito de confianza antes de sellar la escalera hacia París y afrontar un atractivo reencuentro. Ocurra lo que ocurra este domingo ante Novak Djokovic, dice, aterrizará allí con los deberes bien hechos.
“De cara a Roland Garros, el trabajo está hecho, así que lo de mañana [por hoy, a las 17.00, #Vamos] no es una preparación para nada. Quiero jugar bien y ser lo más competitivo posible”, advierte el balear, que ha cumplido a rajatabla el guion que le demandaba el duelo con Opelka y departe satisfecho porque su progresión en el Foro Itálico viene a confirmar que las posibles dudas que había dejado en las estaciones previas quedan definitivamente atrás. Es decir, Nadal está a punto, listo para la gran refriega de París (del 30 de mayo al 13 de julio) y lo suficientemente afilado como para responder al envite que le propone Djokovic.
A las nueve y media de la noche, el serbio todavía se bate con Lorenzo Sonego después de la ración matinal contra Stefanos Tsitsipas, al que ha remontado increíblemente (4-6, 7-5 y 7-5) tras la interrupción del día previo por la lluvia. Pero el número uno resiste, aguanta el órdago que le lanza el envalentonado italiano y acaba alcanzando otra vez (6-3, 6-7(5) y 6-2, tras 2h 44m) el episodio definitivo del torneo. Lo dice Nadal: “Roma es especial, uno de los lugares importantes de mi carrera”. Y lo corrobora Nole, que ha elevado cinco trofeos en el Foro Itálico, territorio inspirador para uno y otro, once finales ya para el de Belgrado.
Este resopla, deseando irse ya al hotel –ha invertido 4h 56m para sortear el maratoniano sábado– y comenzar a diseñar la estrategia. No es para menos, pulso mayor a dos semanas del arranque de la cita de París, alicientes por todos lados. No hay tiempo que perder, cada gramo cuenta en un litigio entre él (33 años) y Nadal (34), el más repetido de la historia del tenis. Los libros dicen que el balcánico domina en el global (29-27) y que está en juego el tronío en los Masters 1000, de momento, también a su favor (36-35 y 7-6 en finales); también subrayan que el español manda en la arena romana, donde se adjudicó tres de las cinco finales anteriores.
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