Cuando empieza la primavera europea. David Morgan sabe que volverán a asaltarlo recuerdos de la guerra. Regresó de las Islas Malvinas en julio de 1982, condecorado y reconocido por sus hazañas como piloto de los Sea Harriers. Los aviones más modernos de aquel tiempo. Participó en más de 50 misiones durante el conflicto, en las que derribó helicópteros y aviones.
Al regresar a casa, esas hazañas se transformaron en pesadillas. “Estaba irritable, nervioso y muy reacio a tomar las pequeñas decisiones de todos los días.
Era como si me hubiera acostumbrado a tomar decisiones de vida y muerte y había perdido la habilidad de lidiar con lo mundano”. Cuenta David Morgan en su libro de memorias, Cielos Hostiles, escrito hace 14 años y recientemente traducido al español y publicado en Argentina.
Mucho tiempo después de la guerra fue diagnosticado con estrés postraumático y pudo hablar de lo que había vivido.
David Morgan rememora aquellos tiempos con mirada triste y pausas largas. A los 73 años, su vida es ahora tranquila, rodeada de naturaleza en una hermosa casa rural en Shaftersbury.
Todos los fines de semana lo visitan sus dos hijos y sus cinco nietos, a quienes lleva a volar en su avión particular y les dedica el tiempo que quizás no tuvo como padre. Sus hijos eran pequeños cuando él partió al Atlántico Sur. ¿A dónde iba? ¿Qué eran las Malvinas?
Los niños lo entendieron tiempo después, cuando algunos de sus amigos de la escuela contaban que habían perdido a sus padres. Gracias a 12 años de ayuda terapéutica, David Morgan pudo escribir sus memorias. Las dedicó a su familia y a su psicóloga, Sally, a quien le agradeció “salvar su cordura”.