En el contexto de un cambio notable en el comercio automotriz, México ha experimentado un giro en sus importaciones de autopartes, reduciendo su dependencia de Estados Unidos y Canadá. Durante el año 2024, el país importó autopartes por un monto total de 58,250 millones de dólares, de los cuales el 58.8% provino de estas dos naciones, una caída considerable comparada con el 64.8% en 2019. Este cambio sugiere un incremento en las compras de autopartes desde otros países, que pasaron del 35.2% en 2019 al 41.2% en 2024.
A pesar de las reglas de origen más estrictas establecidas por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el volumen de autopartes importadas desde fuera de la región ha ido en aumento. Las reglas de origen requieren que un cierto porcentaje del contenido de un vehículo sea originario de los países del T-MEC, lo que incluye condiciones específicas sobre el valor regional, el valor laboral y las compras de acero y aluminio. Por ejemplo, para calificar para el tratamiento libre de aranceles, se exige que al menos el 40% del contenido de un vehículo (o 45% para camiones pesados) provenga de mano de obra bien remunerada, definida como aquella que cuenta con una tasa base promedio de, al menos, 16 dólares por hora.
Entre 2019 y 2024, las exportaciones de autopartes de Estados Unidos crecieron en 6,400 millones de dólares, alcanzando un total de 93,500 millones de dólares, lo que indica que a pesar de la competencia internacional, las exportaciones hacia México también aumentaron significativamente en ese mismo periodo, con un crecimiento del 16.5%.
Sin embargo, la inflación ha limitado el crecimiento real de estas exportaciones, manteniéndolas por debajo de los niveles de 2019 cuando se ajustan por inflación. Esta situación está bajo el escrutinio de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USITC), que está monitoreando cómo las reglas de origen automotrices del T-MEC impactan a los productores estadounidenses, en especial a las pequeñas y medianas empresas del sector.
Adicionalmente, el crédito fiscal para vehículos eléctricos (VE) establecido por la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) ha introducido requisitos específicos de ensamblaje en América del Norte. Estos requisitos han generado controversia y acusaciones de violaciones a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), al mismo tiempo que instan a reducir la dependencia de China y a asegurar el empleo en Estados Unidos. Grupos laborales también han manifestado su preocupación sobre cómo esta transición hacia los vehículos eléctricos podría afectar negativamente a los trabajadores estadounidenses.
El Congreso de Estados Unidos está considerando una serie de asuntos relacionados con la implementación y el cumplimiento de las reglas de origen, que pueden influir en los aranceles y en la resolución de disputas en el sector automotriz. Esta atención puede extenderse hasta la revisión conjunta del T-MEC programada para 2026, donde se discutirán potenciales cambios en la normativa, incluyendo aranceles sobre autopartes y las relaciones comerciales con países como China.
Por otra parte, el presidente Donald Trump impuso aranceles del 25% sobre ciertas autopartes a partir del 3 de mayo de 2025, aunque se prevé que existan exenciones para aquellas que cumplan con los requisitos del T-MEC, hasta que se establezca un proceso para aplicar dichos aranceles de manera más específica.
Esta dinámica en el comercio de autopartes no solo refleja el impacto de los acuerdos comerciales, sino también la complejidad de la industria automotriz en un entorno global en constante cambio.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.