Una migrante salvadoreña que emigró hacia México en búsqueda de una vida mejor para su familia relató que la vida en un país extranjero no resultó ser fácil para ella y su hija, quienes hoy en día viven en una situación de extrema pobreza y carencia de alimentos.
Elizabeth no tiene trabajo y ha intentado buscar empleo, pero las oportunidades son pocas y difícilmente se adapten a su situación como madre soltera. En consecuencia, ha tenido que recurrir a estrategias de subsistencia tales como pedir ayuda a organizaciones locales o recolectar comida en lugares públicos para alimentar a su hija.
La crisis económica generada por la pandemia ha agudizado la situación y complicado aún más la supervivencia de familias como la de Elizabeth. El programa de alimentación escolar que proveía alimentos a su hija, así como a otros niños de escasos recursos, ha sido suspendido temporalmente debido a las medidas de distanciamiento social.
El testimonio de Elizabeth evidencia las graves consecuencias que la emigración y falta de oportunidades pueden ocasionar en la vida de las personas. La falta de empleo y de recursos suficientes para la subsistencia lleva a muchas personas a vivir en condiciones precarias y a experimentar la inseguridad alimentaria. Esta situación no solo impacta en el presente de las personas, sino que tiene repercusiones a largo plazo en su desarrollo personal y en la de sus comunidades.
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