El Senado argentino aprobó el 26 de diciembre de 2025 el primer presupuesto del gobierno de Javier Milei, marcando así un hito significativo en su administración, que hasta ahora había funcionado con partidas de años anteriores. Este presupuesto para 2026 se convirtió en ley tras un intenso debate de más de ocho horas, logrando la aprobación con 46 votos a favor, 25 en contra y una abstención.
El texto del presupuesto prevé para el próximo año una inflación del 10.1% y un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 5%, reafirmando el objetivo de equilibrio fiscal, algo que el gobierno considera fundamental. La senadora Patricia Bullrich, a la cabeza de un bloque oficialista minoritario, subrayó la importancia de mantener el déficit cero como una “línea roja” que podría determinar el futuro del país. “No vamos a gastar más de lo que nos ingresa; vamos a ordenar nuestras cuentas”, comentó el oficialista Ezequiel Atauche al iniciar el debate.
Uno de los capítulos más controvertidos fue la eliminación de los pisos de financiamiento para educación, ciencia y defensa, así como la implementación de mayores exigencias administrativas para que las universidades accedan a dichos fondos. Estas decisiones han suscitado críticas entre la oposición; el senador José Mayans censuró el “tratamiento exprés” del presupuesto, considerándolo un reflejo de la decadencia y corrupción del gobierno.
Desde la asunción de Milei, que se basa en posturas ultraliberales, la administración ha enfrentado desafíos económicos como una inflación acumulada del 211% en 2023 y un 118% en 2024, que ha afectado severamente sectores clave como ciencia, salud y educación. La actriz del gasto público ha sido drástica, con un recorte del 27.7% en los dos años de gobierno, algo que ha tenido repercusiones en la calidad de vida de muchos argentinos.
El politólogo Carlos Fara ha señalado que este nuevo presupuesto podría ser visto como una señal de “normalidad” ante inversores y mercados, un paso fundamental para una mayor gobernabilidad. El gobierno, con la necesidad imperiosa de demostrar capacidad de gestión ante sus acreedores, incluido el Fondo Monetario Internacional, busca establecer una base sólida para las reformas que planea implementar.
Aunque el presidente Milei ha logrado una victoria en el Congreso apoyado por una bancada mayor y acuerdos con gobernadores, enfrenta críticas sobre la insignificancia de sus medidas en términos del impacto social. En este sentido, la senadora Ana Marks, del peronismo opositor, advirtió que el enfoque del gobierno hacia un superávit fiscal puede deberse a un “déficit social y de soberanía”.
De cara al futuro, Milei ha advertido a la población que “abróchense los cinturones” porque se avecinan más reformas. En esta coyuntura, Argentina se encuentra en un punto de inflexión que podría definir su camino económico en los años venideros. La aprobación de este presupuesto es un síntoma tanto de las aspiraciones del gobierno como de las tensiones políticas que persisten en el país, reflejando un complicado equilibrio entre la austeridad fiscal y el bienestar social.
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